Por: Miguel Ramírez / Periodista de investigación
La fiscal de la Nación, Zoraida Ávalos, aún no ha explicado claramente los motivos sobre la expulsión de la fiscal Rocío Sánchez, quien lideraba el caso de los magistrados corruptos de ‘Los Cuellos Blancos del Puerto’.
Esa explicación se la debe dar al país y a la Junta Nacional de Justicia (JNJ), y no a los congresistas golpistas que pretenden denunciarla constitucionalmente, a través de una moción “de extrañeza”, que solo existe en sus afiebradas mentes.
Como se sabe, Ávalos separó a Sánchez y a la fiscal Sandra Castro debido a que se reunieron con el expresidente Martín Vizcarra. Y porque ambas tenían “celos” y “conflictos de personalidad”. Ese, sin embargo, no parece ser el fondo del asunto.
Conforme pasan los días, se van conociendo detalles de una investigación reservada y prolija que se encontraba realizando ‘Rulitos’, como se le conoce de cariño a la fiscal Rocío Sánchez.
Su indagación comprometía seriamente a Zoraida Ávalos con José Luis Cavassa, un viejo operador político desde la época de Vladimiro Montesinos.
Cavassa, quien sorprendentemente logró su libertad hace unos meses, labora para José Luna Gálvez, líder del partido Podemos Perú, con arresto domiciliario.
El viernes, el semanario ‘Hildebrandt en sus Trece’ reveló que Sánchez ya tenía en su poder el registro de llamadas telefónicas que hizo Cavassa a miembros del corrupto Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) que, el 2014, nombraron a Ávalos como fiscal suprema.
Las comunicaciones también mencionan a Jorge Rodríguez Vélez, actual miembro del Jurado Nacional de Elecciones (JNE); Elvia Barrios Alvarado, presidenta de la Corte Suprema de Justicia; y el vocal supremo Martín Hurtado, recientemente suspendido.
Rocío Sánchez se encontraba elaborando un plan de interrogatorios hasta que la fiscal de su propio grupo, Roxana Jáuregui, la denunció por supuestamente favorecer a Antonio Camayo, uno de los investigados. Al ataque se sumó su compañera Sandra Castro. Tanto Jáuregui como Castro son allegadas a Zoraida Ávalos.
‘Rulitos’ entendió que se trataba de una campaña en su contra, como ocurrió el año pasado cuando se filtró la investigación que realizaba sobre la fiscal de la Nación.
“Rocío se dio cuenta que esta vez venían con todo. ¡Su propio personal la estaba denunciando! No iban a parar”, contó a este columnista uno de sus allegados.
Entonces, decidió contar la reunión que, en marzo del 2018, se había producido con el entonces presidente Martín Vizcarra, la misma que había sido coordinada por la fiscal Sandra Castro, vecina del mandatario.
Allí se armó el escándalo. ‘Rulitos’ fue más allá: dijo que, incluso, a ella le constaba que la fiscal de la Nación, Zoraida Ávalos, sabía de la amistad de Castro con Martín Vizcarra.
El caso de ‘Los Cuellos Blancos del Puerto’ no debe resumirse a un problema doméstico de dos personas. Ahora, la investigación está a la deriva y los corruptos celebran alborozados. Nos vemos el otro martes.
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