Por: Miguel Ramírez / Periodista de investigación*
“La diferencia es que yo no soy oportunista, yo no soy farsante, no me acuerdo cada vez que hay elecciones (…) Yo sí soy de izquierda, ella no sé, mejor que explique quién financia su poderosa campaña”.
Ese fue el pullazo que le metió el candidato presidencial de Perú Libre, Pedro Castillo, a Verónika Mendoza, de Juntos por el Perú, cuando competían en la primera vuelta.
Su dicho resultó siendo una farsa. El miércoles llegó a un acuerdo electoral con –repitiendo sus propios calificativos- la “farsante” y “oportunista” Mendoza.
En el anuncio hubo abrazos, saludos con puñitos, fotos entre ambos, pero no estaba por ningún lado Vladimir Cerrón, el dueño de Perú Libre, el verdadero artífice de esa alianza izquierdista.
Ni mencionaron su nombre. Pero al día siguiente -abrumada por la insistencia de la prensa- Mendoza tuvo que reconocer que se reunió con Cerrón para llegar al acuerdo de apoyar la candidatura de Castillo.
Esta vez, a la locuaz Mendoza no le interesó que Cerrón tenga una sentencia por corrupción, argumento que ella utilizó para abandonarlo y dejar Perú Libre, y postular por Juntos por el Perú.
De acuerdo con fuentes que participaron en las negociaciones, Cerrón y Mendoza fueron los que redactaron el “compromiso con el pueblo” de diez puntos. Al candidato Castillo, que se encontraba en provincias, le dijeron que viniera a Lima para firmarlo y anunciarlo públicamente.
Mendoza habría puesto como condición que, si llegaran al gobierno, le correspondería el Ministerio de Inclusión Social (Midis), un portafolio altamente político y que maneja un millonario presupuesto.
Para varios especialistas, el acuerdo anunciado por esa alianza, en el que dicen que respetarán las reglas e instituciones democráticas, es un engaña muchachos. Su verdadera intención es ‘refundar el Estado’, nacionalizar, estatizar empresas, coactar la libertad de prensa y anular acuerdos comerciales. Eso está en blanco y negro y lo ha dicho públicamente el trío izquierdista.
“Se han juntado los tres del apocalipsis”, me dice en broma un dirigente que conoce de cerca a los tres, “Cerrón es un petulante y misógino, Castillo es soberbio y machista, y Mendoza siempre fue una arribista y oportunista”.
Verónika Mendoza, en efecto, ha utilizado mil caras en su carrera política. Empezó con el Partido Nacionalista, del expresidente Ollanta Humala, que la llevó al Congreso. Lo abandonó y se dedicó a atacar su gestión.
Luego se pasó al Frente Amplio, del cura Marco Arana, con quien también terminó peleándose. Después se pasó a Perú Libre, de Vladimir Cerrón, y ocurrió lo mismo. Al final recaló en Juntos por el Perú, del excongresista Yehude Simon, a quien desconoció como representante. “Malagradecida”, le dijo Simon.
¿Qué sucederá con los tres si llegan al gobierno? Este columnista vaticina que terminarán a las patadas, en una batalla campal, como siempre ha ocurrido en la historia de los dirigentes de izquierda.
Nos vemos el otro martes.
*Los artículos firmados y/o de opinión son de exclusiva responsabilidad de sus autores.