Por: Miguel Ramírez / Periodista de investigación*
“Ingresar a la zona donde operan Sendero Luminoso y los narcotraficantes es casi imposible. Es como ingresar al infierno. Te demoras días enteros para avanzar pocos metros. No ves nada. Son montañas llenas de árboles y bosques. Cuando te relevan, tu vida es otra. Más de cien efectivos han sido asesinados. La guerra en la zona está casi perdida”.
Así, de esa manera descarnada, un oficial de la Policía que opera en el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem) describe la dramática situación que allí ocurre desde hace más de veinte años, por la dejadez de los distintos gobiernos.
La semana pasada, como se sabe, en un poblado llamado San Miguel del Ene, Sendero asesinó a 16 personas, entre ellas dos niñas. Lo ocurrido nos hizo recordar los aciagos años ochenta cuando el terrorismo desangraba al país.
Este columnista hasta ahora no sale de su asombro por el jaleo que armaron ciertos ‘analistas’, proclives a la candidatura del izquierdista Pedro Castillo, sobre la autoría de esa masacre. Afirmaron que no había sido Sendero, sino el narcotráfico.
Sustentaban sus curiosos argumentos en lo afirmado por el juez de la zona, Leonidas Casas, quien sostuvo que “a mí personalmente la versión de que fue Sendero Luminoso no me cuadra”.
Horas después, todo se les derrumbó cuando se descubrió que Casas fue un excandidato al Congreso del Frente Amplio, partido aliado del candidato Pedro Castillo. Varios de los congresistas electos de Castillo, por cierto, son del Movadef, el brazo político de Sendero.
Cualquiera de los periodistas que durante años hemos reporteado en las zonas de emergencia sabe que Sendero Luminoso –que ahora se hace llamar Militarizado Partido Comunista del Perú- es socio del narcotráfico. Son uña y mugre. No pueden vivir separados.
Los remanentes de Sendero en el Vraem –liderados por los hermanos Quispe Palomino- no han descansado en regar su ideología comunista en los dos mil pueblitos que existen a lo largo de los 49 mil kilómetros cuadrados del valle. Someten y adoctrinan a niños, a los que llaman ‘pioneritos’, que luego se convierten en despiadados cuadros militares, como ‘Carlos’, quien dirigió la matanza en San Miguel del Ene.
La masacre era previsible. Sendero necesita hacer sentir su presencia en los comicios electorales. Desde el 2020 hasta hoy, los terroristas y su aliado el narcotráfico han perpetrado en la zona 56 acciones y asesinado a 22 personas.
La situación del Vraem debe ser prioridad del nuevo gobierno. Allí se elabora el 75% de la cocaína del país, que es trasladada a los lugares de envío por cientos de ‘mochileros’. Ellos tienen entre 14 y 18 años. Conocen como la palma de su mano la escarpada geografía, repleta de tupidos bosques y abismos. A cambio reciben US$ 2000 por un viaje. ¡Ojalá que la guerra no esté perdida en el Vraem!
Nos vemos el otro martes.
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