Perece increíble. Por lo general asociamos la figura del veterinario a la de un profesional dedicado no solo a la atención de animales sino lograr con ella llevar la felicidad a los hogares y especialmente a los niños y sus mascotas. Sin embargo, estos encargados en tratar enfermedades animales suelen tener la más alta tasas de suicidios en el mundo.
Para hacerse una idea, en 2014 se realizó en Estados Unidos una encuesta entre 10 mil veterinarios y esta reveló que más de uno de cada seis de estos profesionales en ese país han considerado el suicidio en algún momento.
De acuerdo a esta consulta a veterinarios se detectó que suelen sufrir de desesperanza, depresión y otros problemas psiquiátricos dos o tres veces más que la población en general. La Asociación Británica de Veterinarios publicó estudios en los que la tasa de suicidios entre estos profesionales es el doble o más que en otros médicos y entre cuatro y seis veces mayor a la gente común.
Un interesante informe de Boston Globe revela algunas luces sobre esta tendencia que cada vez más los profesionales de esta especialidad consideran un problema creciente. Al parecer el motivo de los suicidios entre veterinarios pueden ser la suma de muchas cosas.
De acuerdo al informe, la vocación de un veterinario se forma a muy temprana edad. Eso muestra un gran compromiso personal adquirido para toda la vida entre estos profesionales de la salud animal. Por ello es que los golpes dentro del profesión o el día a día de sus obligaciones pueden ser particularmente sentidos.
Los veterinarios suelen estar expuestos a un estrés continuo como cualquier médico, pues su labor no se limita a poner vacunas todo el día como se pueden imaginar muchos. También están expuesto a patadas, arañazos, mordidas de sus pacientes o el mal humor o incomprensión de sus dueños. Muchas veces las tensiones pueden ser mayores cuando se ven en la obligación de proponer decisiones difíciles como aplicar la eutanasia al animal.
Otro factor que influye a todo ello es que muchas veces los veterinarios asumen la labor de moverlo todo como un negocio propio, en el cual solo cuentan con la clientela que tiene como medio de ingresos en contraposición de la inversión que deben realizar para tener sus clínicas operativas. Esto pese a que en Estados Unidos, el país más rico del mundo, ello gana en promedio una tercera parte de lo que ganan dentistas y médicos en general
Todo este estrés combinado a las largas horas de trabajo son las que parecen desembocan en sentimientos negativos o momentos de crisis que llevan al suicidio, el cual no tienen dificultad de consumar por su fácil acceso a fármacos.
Si te interesó lo que acabas de leer, puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter, y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.