El incendio en Las Malvinas es una tragedia que pudo evitarse si tan solo las autoridades pusieran en “la agenda política aspectos de la educación que no se limitan al aula o al currículo escolar”. Bajo esta premisa, el periodista Federico Salazar aborda la tragedia que enlutó al Perú y deja al descubierto la precariedad en la que muchos de nuestros compatriotas trabajan en la actualidad.
“Cuatro personas desaparecidas, probablemente consumidas por el fuego, es el peor resultado del incendio en la galería Nicolini, del Centro de Lima. Además, hay que sumar casi 90 heridos, la destrucción del centro comercial y los millones de dólares de capital perdidos”, escribe Federico Salazar.
El origen del incendio en Las Malvinas se debió a un fósforo arrojado al piso por un muchacho tras encender su cigarrillo, lo cual no tendría nada de particular si en ese lugar no se hubiera derramado un producto tan inflamable como el thinner, lo que prendió el fuego. “Cuando llegaron con el extintor, ya era demasiado tarde”, añade en su columna.
Federico Salazar señala que si bien los dos primeros pisos del siniestrado centro comercial tenían puestos de venta formalizados que se dedicaban al rubro ferretero, habían pasado las inspecciones y contaban con los extintores, según señalaba el reglamento. “La seguridad, sin embargo, no se basa en ningún reglamento”, reflexiona el periodista.
“¿Los reglamentos enseñan a las personas a ser responsables? No. Algo así ocurre porque no rige ninguna sanción moral”, manifiesta Federico Salazar, indicando que “los reglamentos deben seguir esas normas de conducta que la gente respeta de manera espontánea” y que sin esa base, este “se cae como castillo de naipes”.
En este punto, Federico Salazar indica que la desaparición de las cuatro personas tras el inicio del incendio en Las Malvinas se debió a algo más grave, como “la construcción de varios pisos hecha de módulos tipo ‘containers’”, donde las personas trabajaban y “en el extremo del salvajismo, lo hacían bajo candado” pese a que esta parte de las galerías había sido clausurada.
“Los responsables del negocio delincuencial desacataron a la autoridad y volvieron a funcionar (…) Tenemos que preguntarnos, ¿cómo así pudieron construir estos módulos, hasta un quinto piso, sin ser detectados. La fiscalización cumplió con clausurar; pero, esta construcción, ¿contaba acaso con licencia de construcción?”, se pregunta el periodista.
Para Federico Salazar, los propietarios de los aires de la siniestrada galería Nicolini en los que se erigió esta estructura metálica “debieron ser denunciados penalmente”, pero de acuerdo a las autoridades municipales, “hay jueces que, más bien, resuelven medidas cautelares para operaciones de este tipo”.
“Los jueces dicen que ellos deben aplicar la ley, con lo que vacían la ley de su contenido de justicia y la dejan como frágil cascarón a merced de los más avezados”, agrega el también conductor de noticieros en su texto publicado en El Comercio.
“No tenemos un sistema de sanciones severas para la autoridad cuya negligencia daña a la persona o a su propiedad. A nivel de la autoridad no hay una relación entre el acto y sus consecuencias. No podemos esperar de ellas, por tanto, responsabilidad”, expresa Federico Salazar.
“¿Hay alguien que haya planteado las reformas necesarias? ¿Se ha revisado, acaso, la lista de medidas cautelares que favorecieron a delincuentes? ¿Se ha estudiado qué fue lo que falló en esos casos y cómo resolverlo?”, vuelve a preguntarse Federico Salazar, señalando con el dedo a la mayoría parlamentaria que “está muy ocupada en el pleito político”.
“Tiene tiempo, quizá, para discutir sobre los niveles de grasa de las etiquetas para los alimentos de elaboración y comercialización formales. No tiene tiempo para mirar a la gente de carne y hueso, a la gente que se quema en los ‘containers’. Mientras las autoridades no cambien de prioridades, el país seguirá incendiándose”, finaliza el periodista.
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