El Seguro Social de Salud (EsSalud) advirtió que el número de hospitalizaciones de niños y adolescentes por casos de depresión se ha incrementado en el último año.
A través de un comunicado, la entidad remarcó que es muy importante que los padres estén alertas a las conductas de sus niños para identificar a tiempo síntomas depresivos y determinar algún factor de riesgo, lo que podría mejorar el pronóstico en el tratamiento y su calidad de vida a largo plazo.
Amparo Jaramillo, médico psiquiatra del hospital Guillermo Almenara, indicó que durante la pandemia del COVID-19 se evidenció que el porcentaje de niños y adolescentes con depresión que necesitaron hospitalización se incrementó en un 50% y la frecuencia del diagnóstico de dicha enfermedad en el total de las atenciones en el hospital se ha triplicado con respecto a los años anteriores.
La especialista remarcó que la necesidad de hospitalizar por depresión se debe a la presencia de ideación e intencionalidad suicida, lo que le da gravedad al diagnóstico y un gran riesgo para su integridad física del niño y de las personas que los rodean.
“Antes se pensaba que los niños no se deprimían porque no tenían la capacidad de sentir las mismas emociones que los adultos. Además, se piensa que no va a llegar al grado de severidad como para diagnosticarse una depresión, sin embargo, esto no es verdad, conforme se ha visto en los diferentes estudios, los niños se pueden deprimir igual que lo adultos pero su presentación clínica es muy diferente”, explicó.
“En niños de 2 a 5 años se puede identificar cambios en la conducta, la irritabilidad, aumento de berrinches y pataletas, incluso podrían empezar a orinarse en la cama en las noches, cosa que antes no pasaba. La disminución de las ganas de hacer lo que les gustaba hacer, como dejar de lado su juguete favorito o si tienen mucha ansiedad al separarse de los padres”, agregó.
Además, remarcó que en la edad escolar, entre los 5 y 12 años, se evidencia la irritabilidad, el rendimiento académico baja a pesar que ellos quieran concentrarse, también es frecuente que se presenten síntomas físicos, como dolor de cabeza, dolencias gástricas, dolores corporales. Cuando están molestos o se frustran, comienzan a pensar y verbalizar situaciones mortales.
En la adolescencia, los síntomas son más parecido a los de la edad adulta. Comienzan a evidenciar un gran sentimiento de tristeza, ya no desean comunicarse con el resto, se aíslan, presentan dificultad en el sueño, demoran en quedarse dormidos y se despiertan en la madrugada. Algunos llegan al consumo de drogas y comienzan a pensar en la idea de morir y en las alternativas para que suceda.
La especialista recomendó a los padres buscar un espacio para escuchar a sus hijos sobre sus pensamientos y sentimientos. “Ellos tienen que sentirse libres de expresarlos y saber que serán respetados al decirlo, es fundamental darles importancia a sus sentimientos. Cuando se les descalifica, ellos tienden a mantenerse callados y lo que predispone a que vayan aumentando los síntomas”, indicó.
Consideró conveniente que los padres estén atentos también a su propia salud mental, y que busquen ayuda si la necesitan, esto para su beneficio y, por consecuencia, el de su familia.