Gran parte de los animales se encuentran en constante peligro de ser atacados por otros que desean comerlos. Para evitar terminar como alimento, muchos se esconden, permanecen inmóviles o arrancan con la mayor rapidez posible.
Otros utilizan una forma diferente de protección. Pueden estar cubiertos de espinas agudas, conchas duras o escamas resistentes, como el puercoespín, el erizo o el armadillo de pelo largo, que actúan como armaduras para protegerlos de los ataques.
Algunos, como la rana dardo dorado o la salamandra común europea, son venenosos y sus cuerpos tienen colores brillantes para advertir a los enemigos que se alejen de ellos. Otros, tienen cualidades histriónicas como la culebra de collar, que fingen su muerte.
Ciertos animales indefensos incluso copian el colorido de advertencia de aquellos venenosos para así aparecer como peligrosos. Este es el caso del pez payaso, que busca protección entre los letales tentáculos de la anémona marina.
Otros peces que lo ven como comida morirán de inmediato, pero el pez payaso no, porque está protegido por una sustancia gelatinosa. Hay animales que también emplean trucos ingeniosos como desprenderse de la cola o mostrar ojos falsos para defenderse del adversario.
Datito
Existen animales que utilizan mecanismos de defensa extremos. Por ejemplo, el lagarto cornudo de Texas puede camuflarse, mimetizándose con el medio y, si falla, puede lanzar un chorro de sangre desde sus ojos a una distancia de hasta un metro y medio. Las termitas tienen un sentido de solidaridad y trabajo en equipo que les ayuda a defenderse de un modo muy curioso. Ante la presencia de un peligro, se sacrifican por el grupo, y pueden explotar para salvar a las demás.
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