En un llamado urgente a la acción, José Carlos De Piérola, country manager Perú-Ecuador de ERM (Environmental Resources Management), destacó la devastación causada por la minería ilegal en Tambopata, advirtiendo que en menos de tres años esta actividad ha resultado en la pérdida de un área de bosques equivalente a la extensión del distrito de Lurigancho-Chosica en Lima.
Durante su intervención en el Jueves Minero, De Piérola enfatizó la importancia de una gestión sostenible de los recursos naturales y el clima, especialmente en el contexto minero. Apuntó a una doble crisis en América Latina, reflejada en el aumento de la temperatura y la alarmante reducción de la biodiversidad.
“En América Latina, tenemos una doble crisis, tanto de clima como de naturaleza, que podemos ver claramente con el aumento de la temperatura en los últimos años en 0.84 °C de 1850 a 2021, y la pérdida de biodiversidad a través del indicador LPI (Living Planet Index) que señala una reducción de 94% entre 1970 y 2018″, explicó De Piérola al público del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú.
El especialista alertó sobre el crecimiento continuo de la minería ilegal en el país, especialmente en la región amazónica, donde está exacerbando la deforestación y la pérdida de los valiosos bosques húmedos. De acuerdo con datos del informe 195 del Proyecto Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP), solo en la zona de “La Pampa”, colindante con la Reserva Nacional de Tambopata, se ha registrado un incremento cuatro veces mayor en los últimos dos años. Este aumento ha resultado en la devastación de 23,881 hectáreas de bosques, una superficie que coincide con el tamaño del distrito de Lurigancho-Chosica en Lima.
El problema de la minería ilegal no es nuevo en el Perú. Desde la creación del delito en el 2012, hasta el 2019 se han reportado más de 10,000 casos en el país, siendo Madre de Dios el departamento más afectado, según estadísticas del Ministerio Público.
Ante esta situación, De Piérola instó a las autoridades del sector minero peruano a tomar medidas concretas. Subrayó la necesidad de integrar consideraciones ambientales y climáticas en las operaciones mineras, reconociendo su impacto tanto en la industria como en el futuro del país.
Enfatizó la importancia de actuar con celeridad y eficacia, involucrando a las comunidades en el proceso. Además, hizo un llamado a la reflexión sobre la forma en que se llevan a cabo las actividades mineras, subrayando la necesidad de una colaboración intercultural y una producción responsable que garantice la sostenibilidad a largo plazo.