Joel Chirinos, un joven peruano, se convirtió en noticia al posicionarse como uno de los 50 mejores bartenders del mundo, luego de participar en el certamen de coctelería de lujo, ‘World Class’, que se realizó en Londres. Joel viene de una familia humilde de Chosica. A los 15 años empezó a trabajar en un restaurante, en Chaclacayo, y con sus pequeños ahorros ayudaba a sus padres. Siempre estuvo dispuesto a querer aprender de todo un poco, fue mesero, lavó platos y limpió pisos.
¿Cómo así empezaste a trabajar en un restaurante?
Yo practicaba básquet y natación, porque pertenecía a la selección de mi colegio. Y se dio la oportunidad de trabajar los fines de semana. El dinero que ganaba se lo daba a mi mamá para ayudar un poco en la casa, porque vengo de una familia humilde.
¿Allí nació tu amor por la coctelería?
Pasé por varias áreas, desde limpieza hasta mesero, al final me gustó el bar, porque era un lugar de complicidad donde tanto cliente como bartender, compartían sus experiencias, fue uno de los motivos por los que decido ingresar a este mundo.
¿Habías estudiado algún curso?
Tenía 19 años y ya había preparado cócteles de manera empírica, necesitaba una carrera que me respalde para seguir creciendo.
¿Es muy caro seguir esta profesión?
En mi tiempo sí, por eso trabajé en un supermercado para poder pagar mis estudios.
¿Qué te comenta la gente cuando les dices que eres bartender?
Esta profesión ha sido mal vista, pues se cree que la persona que está detrás de la barra es alcohólica, pero no es así. Somos profesionales con un amplio conocimiento sobre diversas cosas, no solo ofrecemos bebidas con o sin alcohol, también damos servicio de comida y atención al cliente.
¿Qué es lo más sacrificado de tu labor?
Esta carrera es muy dura, trabajas por las noches mientras todos festejan. Esto no solo es preparar y decorar bonito un cóctel, aquí hay un trabajo de investigación, dedicación…
¿Alguna vez has preparado un trago y el cliente te ha dicho que no le gusta?
No solo una vez, muchas veces. Es lo que te ayuda a mejorar.
¿Cuál es tu cóctel favorito?
Old Fashion, preparado con whisky bourbon, amargo de angostura y terrones de azúcar.
¿Es rentable esta profesión?
Es una carrera donde tienes que tener mucha paciencia para dar a conocer tu trabajo, acuérdate que ‘Roma no se construyó en un día’. Diría que en los hoteles hay mayor rentabilidad.
¿Te consideras exitoso en lo que haces?
Sí. Esto es el fruto de mi esfuerzo, nadie me ha regalado nada en la vida, todo lo que he conseguido ha sido a base de trabajo, he dejado de dormir muchas noches, y no dejo de cumplir con mis obligaciones como padre. Me gusta lo que hago y comparto lo que sé con mis compañeros.
¿Cómo es que entras a la corporación de Gastón Acurio?
Entré a la San Ignacio, trabajé en el restaurante de la escuela de chefs Don Ignacio donde fui instructor de barman, ahí conocí a una gran chef y empresaria, Patricia Yanamoto, con la que trabajé en el Peruano Japonés, luego pasé por recomendaciones a ‘Panchita’ de Gastón Acurio, aprendí mucho y pagué derecho de piso.
¿Qué vino después?
Entré como jefe de bar en Maras del hotel ‘Westin’. Después participé en el World Class, que fue el escalón más grande de mi vida, porque es una competencia muy reconocida a nivel mundial, donde premian y realzan el trabajo de los bartender. Allí me di cuenta que era necesario aprender más, así que hice una lista de los 50 mejores bares y empecé a viajar por el mundo.
¿Qué consejo le darías a los jóvenes que quieren seguir esta carrera?
La vida no es fácil, los sueños están hechos para cumplirlos y todo lo que se propongan lo podrán hacer. Hay un dicho que dice: ‘Lo importante no es el tesoro, sino el camino que recorres hacia él’.
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