Por: Nathalie Salazar y Milagros Laura
Las mujeres empoderadas están en todos lados. Todas con historias de empuje y lucha para romper con estereotipos, parar abusos, callar bocas cada vez que buscaban hacerles sentir menos. María, Karen, Iris y Violeta son cuatro peruanas, de las miles en el país, que se han abierto camino en rubros comúnmente dominados por hombres o se han abocado a ayudar a sus congéneres a seguir sus propios sueños.
Secretaria ¡No!
Es lo que había pensado ser de grande María Salazar De la Cruz (43), pero su padre y abuelo se opusieron al imaginar que eso significaba sentarse sobre las piernas del jefe. María rechazó ese pensamiento machista, pero se vio obligada a cambiar de rumbo y escogió uno más duro: la maquinaria pesada.
Empezó en una empresa de lavados y lubricantes de camiones, donde aprendió sobre mecánica, manejo de recursos, a conducir y administrar la contabilidad a base de esfuerzo, curiosidad y práctica.
También se curtió de las frases obscenas de los clientes y los celos de sus compañeros. “Decidí trabajar el doble para aprender más, demostrar mi capacidad y así ganarme el respeto”, recuerda María. Hoy con 26 años de experiencia, es supervisora de taller en Scania del Perú y tiene a su cargo un equipo masculino que la respeta y con quienes comparte sus conocimientos sobre tráilers, volquetes y excavadoras.
También es madre de una jovencita de 13 años, a ella le enseña que puede ser todo lo que sueñe, incluso, si quisiera, secretaria ejecutiva, solo tiene que prepararse duro y no dejar que nadie le falte el respeto, recalca.
Creí que era la impulsadora
Es la frase que Karen Álvarez Seijas (30) a veces escucha antes de empezar a dictar su capacitación sobre coctelería. Pese a que cada vez más mujeres dirigen una barra, todavía hay quienes ponen en tela de juicio sus logros y capacidad. “He escuchado decir ‘cómo habrá arreglado’ refiriéndose a mis premios internacionales, pero no presto atención a esos comentarios, me dedico a trabajar más”, comenta.
Su preparación no es poca. Tiene diez años como bartender, habla inglés y francés, estudió marketing, oratoria, estudió en Estados Unidos y viajó mucho para conocer grandes bares de otros países. Cuando intentan encasillarla con tragos coloridos y dulces, por ser mujer, ella siempre sorprende preparando aperitivos únicos en base a ron, su licor favorito.
La pandemia ha golpeado duro al rubro de bares, pero Karen sigue adelante, ahora con el proyecto Bartenders en Movimiento, que promueve descentralizar el conocimiento de la coctelería en nuestro país y como Brand Ambassador de la marca Flor de Caña para el Perú. Desde su ‘barra’ aconseja a sus congéneres que la única forma de diferenciarse es trabajando duro.
Madera por tela
Treinta y un años tiene la artesana Violeta Quispe Yupari, los mismos que se ha dedicado a ver confeccionar y bordar a su madre las coloridas Tablas de Sarhua, típicas de Ayacucho y que en con el tiempo al heredar su arte fundaron el taller VIGA.
“A raíz de la pandemia, las ventas, exposiciones y demás proyectos se vinieron abajo. Soy la penúltima de 6 hermanos y al no estar papá tenía que velar por ellos y sacarlos adelante”, señala. Violeta decidió cambiar las maderas por las telas y reinventarse. Trasladó el arte plasmado en tablas a mascarillas y que las personas puedan llevar consigo la historia y su cultura mientras se protegían de la COVID-19.
Cuenta que pensaba prestarse dinero para su pequeño emprendimiento, pero salió beneficiaria del bono 360 “Yo me quedo en casa”, no lo pensó dos veces y arrancó con su negocio. Si bien al comienzo no fue fácil, su madre a quien la llama “maestra” la impulsó en todo momento hasta ella misma, convertirse en su socia.
“Yo crecí en un barrio del distrito de Chorrillos, donde se afincaron una gran parte de las familias migrantes. Recuerdo que mis vecinos necesitaban mascarillas y un día salí a comprarlas, pero como estaban carísimas regresé deprimida. Fue cuando decidí capacitarme por internet sobre la confección de mascarillas y me enrumbé a esta aventura”, menciona orgullosa.
Violeta Quispe es hija de los maestros Juan Walberto Quispe Michue y Gaudencia Aquilina Yupari Quispe. Cabe destacar que Violeta también promueve la reivindicación del rol de la mujer rural a través de mensajes en sus mascarillas. Gracias a su arte, la Municipalidad de Lima la convocó para que enseñe a la comunidad Shipiba en Lima. Si desea saber más sobre su arte puede ingresar al Facebbok Viga. Sarhua o comunicarse al 992978131.
Por la Danza
Cuando los padres de Iris Quispe Calle (27) y sus maestros se contagiaron de la COVID-19, ella no se cruzó de brazos. Esta joven danzante de tijeras empezó a confeccionar y bordar a mano mascarillas con la pequeña máquina de coser de su padre, con adornos alusivos al baile ancestral peruano.
“Al comienzo, diseñaba estas mascarillas para apoyar a mis compañeros danzantes y a mi maestro, pero lamentablemente falleció. Un 70% de los ingresos por las ventas iba destinado al Centro Cultural”, señala la artista. La joven, conocida en el mundo artístico como ‘Killari de Andamarca’ comentó que al comienzo tuvo que lidiar con muchos prejuicios porque le decían “Dedícate a tu casa, en vez de estar saliendo a vender mascarillas”.
Estas agresiones verbales la impulsaron incluso a crear mascarillas con frases contra No a la Violencia contra la Mujer. Cuenta que tiene muchos sueños y uno de ellos es representar en el exterior al Perú con su Agrupación Warmikunapas yachannmia.
Si desea conocer más sobre su trabajo puede ingresar a su página de Facebook Warmi Danzaq Killary o llamar al 977264030.
SEPA QUE...
Hoy la Municipalidad de Lima reconocerá el trabajo de 6 mujeres que han transcendido por sus iniciativas durante la pandemia. La reunión será a las 11:30 de la mañana en el Circuito Mágico del Agua, donde están incluidas Iris Quispe Calle y Violeta Quispe Yupari.