Margarita Vargas es una madre de familia de 35 años que desde hace casi tres meses busca todas las noches un cajero automático en la ciudad de Cusco para que ella y sus cuatro hijos de 12, 9, 7 y 3 años puedan pasar la noche.
“No tengo donde esperarles, donde hacerles tomar desayuno, donde hacerles dormir al menos. No hay”, comentó a Latina.
Lo único que pide esta madre de familia es un techo sobre su cabeza y la de sus cuatro hijos. Ella quiere un lugar diferente al pequeño espacio de un cajero automático donde se expone junto a sus pequeños al frío y al constante peligro.
“Los dos se acomodan ahí y con esto los cubro”, precisa mientras enseña un par de casacas viejas que acomoda en el suelo del cajero automático para que sus hijos puedan dormir.
“Nosotros tenemos que ver que no venga nadie porque vienen también tres jóvenes a dormir. Cuidando yo la puerta no puedo ni descansar. Tengo que ver por mis hijos, tengo que ver que nadie entre”, relata.
Según el matinal, desde que el padre de sus hijos la abandonó hace tres años ella debe velar por los pequeños. Antes alquilaba un cuarto, pero debido a que se le complicaba reunir los S/400 del alquiler, la dueña los botó.
Margarita junto a sus hijos salen diariamente a la calle a vender caramelos y artesanías para poder subsistir. “A S/1 para el almuerzo alcanza. Somos cuatro personas a S/5 nos rebaja el señor de la pensión, ya nos conocen. A S/5 no más nos venden”.
A pesar de su dura situación, la madre de familia solo desea pasar un Día de la Madre junto a sus cuatro hijos. Si usted desea colaborar puede comunicarse al 974 537 060.
Contenido GEC