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Por cada tonelada métrica de dióxido de carbono (CO2) lanzada a la atmósfera, el Ártico pierde 3 metros cuadrados de hielo marino de verano, una relación causal directa que la ciencia debería haber hallado hace 20 años, de acuerdo con el co-autor del documento Dirk Notz, experto en hielo marino del Instituto Max Planck de Meteorología de Hamburgo, Alemania.

De acuerdo con la (OMM), organismo adjunto a la ONU, en 2015 se superó la concentración media de 400 partes por millón (ppm) de CO2 en la atmósfera de la Tierra. Esto es, se excedió el límite de seguridad determinado por más de 2.000 científicos de la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria (CIPF), estudiosos del cambio climático y sus consecuencias.

Si esta tendencia continúa, el estudio sugiere que el Ártico estará libre de hielo para 2045, mucho antes de lo que algunos modelos climáticos han venido prediciendo.

Entre los países que más contaminan están China (responsable del 28% de emisiones el año pasado, de acuerdo con el portal Statista) y los (casi 16% del total mundial). Precisamente, las emisiones de dióxido de carbono producidas por el consumo energético de una familia estadounidense de cuatro personas durante un año, supondrían la pérdida de casi 200 metros cuadrados de hielo marino. En cerca de 3 décadas, esa familia sería responsable de destruir algo más que un campo de fútbol americano de hielo (poco más de 5.200 metros cuadrados). El estudio además explica que cada estadounidense, por ejemplo, es responsable de la destrucción de 10 veces tanto hielo cada año como alguien en la India (este país es el tercer mayor emisor de CO2, con 5,81% del total).

Con ello, se van reduciendo los hábitats de fauna nativa del lugar como los osos polares y los animales de los que se alimenta.

La correlación entre la actividad humana, la emisión de CO2 y la desaparición de hielo marino fue lograda por Notz y la coautora del estudio Julienne Stroeve, experta en mediciones satelitales de hielo marino en el Centro Nacional de Datos sobre Nieve y Hielo en Boulder, Colorado, compilando las cifras de emisiones anuales y las observaciones históricas de la cobertura de hielo marino del Ártico durante el mes de septiembre, cuando el hielo marino está en su punto más bajo. Para evitar problemas con las fluctuaciones anuales del hielo, utilizaron una media móvil de 30 años de cobertura de hielo, lo que les permitió estudiar los años de 1968 a 2000.

Stroeve y Notz estiman que otros 1.000 gigatones de CO2 (1 gigatón: mil millones de toneladas) dejarían 1 millón de kilómetros cuadrados de hielo en el Ártico (poco más que la superficie de Colombia), lo cual deja esencialmente libre de hielo la zona.

Pero no solo el hielo del verano está en peligro. Una animación publicada recientemente por la NASA muestra cómo “el hielo ártico más viejo, el núcleo del hielo marino, está desapareciendo; un verano caliente puede derretir al hielo joven, pero ahora el hielo antiguo se quiebra cada vez más”, indicó Walt Meier, un investigador del Centro Godard de la NASA en Maryland, Estados Unidos.

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