La llegada de la pandemia por el coronavirus conllevó al confinamiento obligatorio, pero con esto varias personas de la tercera edad se vieron afectadas en su salud tanto emocional como física. Todo ello les generó afecciones mentales como ansiedad, depresión, cansancio y apatía. Así lo indicó Lilian Rodríguez, psicóloga del hospital Alberto Sabogal del Seguro Social de Salud (EsSalud).
La licenciada señala que en su mayoría estos adultos mayores son totalmente frágiles y la familia no ha sabido trabajar con ellos, en muchos casos los han dejado abandonados.
Explicó también que la ansiedad crece día a día en adultos mayores, en especial, cuando escuchan noticias sobre el coronavirus y que en estos momentos experimentamos una segunda ola.
“Es indispensable que los familiares mantengan informados moderadamente a sus adultos mayores de lo que ocurre, principalmente si es que sus familiares o amigos han fallecido”, precisó.
Añade que la ansiedad en esta pandemia ha sido muy vigente en especial en los adultos mayores que viven solos.
“Al buscar una compañía y no tener el contacto con otras personas, eso les ha ocasionado mayor ansiedad, el sentirse solos y no tener con quien conversar o pasar el día, muchos de ellos buscan a sus familiares y al sentir su rechazo caen en depresión”, acotó.
Resaltó que la ansiedad no es un tema que los adultos mayores se inventan para llamar la atención, es una patología real, y es necesario ayudarlos.
Como parte de las recomendaciones que se deben seguir la psicóloga sostuvo que es importante insertar al adulto mayor en la rutina familiar y que participen en las actividades cotidianas, por ejemplo, cocinar, hacer una receta que solían hacer juntos.
También enseñarles a usar las videollamadas o el whatsapp. Esto le ayuda mucho a la activación de la memoria pues aprenden acciones nuevas.
Otra forma de integración es que participen en los pasatiempos en familia, pues, muchas veces se ve jugando al papá, a la mamá y a los hijos, pero no se ve intervenir a los abuelitos.
Ellos también deben ser partícipes del juego y preguntarles quizás sobre anécdotas de su juventud.
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