Bajo un cielo gris, familias desesperadas y equipos de rescate buscaban ayer a cientos de desaparecidos tras la avalancha de lodo y piedras que arrasó con la localidad de Mocoa (Colombia), en el selvático departamento de Putumayo, cercana a la frontera con Ecuador y Perú.
Decenas de rescatistas libraban una lucha contra el tiempo, con la esperanza de hallar sobrevivientes, escarbando en una gruesa capa de barro en la que sobresalían restos de casas, árboles y vehículos.
Hasta el momento, hay más de 260 fallecidos y 43 de ellos son menores de edad. Las autoridades señalaron que los muertos podrían llegar a 300.
“Parecía el fin del mundo, una película de horror. La destrucción es total. Los ríos que se desbordaron acabaron con todo a su paso. Tenemos que mover todo, piedras, árboles caídos y escombros, en busca de víctimas”, señaló un superviviente.
“Los familiares que fueron a ver su casa no encontraron todo enterrado”, dice Gilma Díaz, una campesina de 42 años que llegó de un pueblo en busca de un primo.
Los sobrevivientes, unos dos mil, fueron ubicados en tres albergues temporales, pues lo perdieron todo y temen que un nuevo alud se produzca en las próximas horas y los mate, si las lluvias se tornan más fuertes. Señalan que la catástrofe se debió al cambio climático.
El pueblo se quedó sin electricidad, agua potable y la comida comienza a escasear, aunque militares y policías ayudan a los damnificados.
POLICÍA HÉROE
En medio de la tragedia, se dio una historia de valor. El policía Deciderio Ospina perdió la vida cuando intentaba rescatar a una niña. “Escuchó el llanto de la pequeña, fue a buscarla y la avalancha lo sorprendió”, dijo otro efectivo.
María Tisoy, sin parar de llorar, buscaba entre los escombros a su nieta y sus dos hijas. “Quiero saber de ellas, si están heridas o muertas, que Dios se compadezca y me las entregue”, señaló.
Si te interesó lo que acabas de leer, puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter, y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.