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Si bien el 30 de octubre de 1921 se inauguró en Bellavista (Callao) el primer local donde estuvo el antiguo “British American Hospital”, fue el 21 de noviembre de ese mismo año –es decir, hace 100 año exactos– que empezó a funcionar formalmente esa primera casa de salud en el Callao y que hoy todos conocemos como la (CAA) en San Isidro.

En el Perú, el gobierno de Augusto B. Leguía (1919-1930) empezaba a tener algo de estabilidad política, tras sus primeros años azarosos, y con el centenario de la independencia consolidó esa situación. Mientras tanto, en Europa, luego de la Gran Guerra (1914-1918), solo se hablaba de un necesario desarme mundial. Se empezó a valorar más la vida. Pues en esa relativa paz, surgieron en el país distintas instituciones dedicadas a la salud de las personas, entre estas la Clínica Anglo Americana.

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Ese fue el contexto histórico y social en el que el doctor Warren Fleck –primer cirujano de la CAA– llegó de Estados Unidos a Lima, para dirigir ese nuevo centro médico. De esta forma, se establecieron en Bellavista, en el puerto del Callao, en lo que se conocía antes como la “Casa de Salud Italiana”. Desde Allí, aunaron esfuerzos “los miembros de la colonia angloamericana en Lima y la Misión Metodista Episcopal en el Perú” para convertirla en un nuevo centro médico, explicaba El Comercio en una nota de 1971, en su quincuagésimo aniversario.

En ese antiguo local chalaco, construido en 1800 como Convento de las Madres de la Visitación, y que en 1886 se convertiría en un cuartel militar, funcionaría el “British American Hospital” que, antes de 1921, era conocida como “Casa de Salud”. En un comienzo, todo el personal médico era estadounidense y se atendía solo a la comunidad angloparlante. El proceso de incorporar médicos peruanos fue progresivo. Los médicos peruanos que incorporaron luego debían ser profesionales entrenados y formados en los hospitales de EE.UU.

Callao, 1926. Cuando la clínica ocupó ese primer local ya era conocida como una casa de salud en Bellavista. Al comienzo la atención era con médicos norteamericanos y dirigido a la comunidad angloparlante. (Foto: CAA)
Callao, 1926. Cuando la clínica ocupó ese primer local ya era conocida como una casa de salud en Bellavista. Al comienzo la atención era con médicos norteamericanos y dirigido a la comunidad angloparlante. (Foto: CAA)

Con 18 mil libras peruanas se compró el local en una operación a cargo de la Compañía Anónima Limitada British American Hospital, constituida por la fusión del Comité del hospital y una misión de la Sociedad Episcopal Metodista, la cual había llegado de Buenos Aires en 1920, donde había fundado un centro médico similar. Era un estilo de atención que seguía los modelos hospitalarios de Norteamérica.

Esos primeros años fueron duros. El doctor Fleck tuvo que hipotecar el local para poder contar con los recursos y remodelarla y equiparla adecuadamente. Mientras Fleck era, en la práctica, el director y administrador del nosocomio, su esposa empezó a organizar la “Escuela de enfermeras”, la cual por varias décadas fue el centro de formación privado más antiguo (duró hasta 1997 en que tuvo que cerrarse).

¿Cómo atendieron en esos primeros años?

El Comercio detalló que la clínica en Bellavista atendió en esos primeros años con “40 camas: 15 en cuartos privados, 20 en pabellones comunes y 5 en maternidad”. En tanto, su primer director institucional fue un general británico retirado, Archibold Samuel Cooper, presidente el comité organizador; pero en 1923 empezó a dirigir la clínica el doctor Eugene Mc Cormack, un inquieto médico estadounidense, quien llegó junto a su esposa que era administradora y anestesióloga.

Según la información de la propia CAA, “los esposos Mc Cormack mejoraron la situación económica de la Clínica, entre otras acciones, a través de la compra de nuevos equipos y la creación de la nueva especialidad de cirugía en 1925″.

Un año después de ese hecho histórico, la clínica atendió por primera vez a un peruano: se trató nada menos que del presidente de la República, Augusto B. Leguía.Así se abandonó el sistema cerrado para atender a personas que no eran de la comunidad angloamericana”. Mc Cormack se alejó de la clínica en 1936, dejando en funcionamiento la imprescindible atención en los consultorios externos.

Una foto aérea del nuevo local en San Isidro en 1942. Lima era otra, sin duda. (Foto: CAA)
Una foto aérea del nuevo local en San Isidro en 1942. Lima era otra, sin duda. (Foto: CAA)

Los datos de esos primeros años indicaban un alto nivel de servicios médicos. Por ejemplo, para 1926, año en que se empieza a contar con estadística confiable de la institución, hubo un total de “897 hospitalizados y 568 operaciones mayores”. (El Comercio, 1/11/1971).

La clínica entonces chalaca progresó notoriamente hasta el viernes 24 de mayo de 1940. Ese día sufrió los estragos, como toda la ciudad de Lima, de un furibundo terremoto. El sismo afectó a todos los inmuebles antiguos de la ciudad. Durante cinco días, hasta el 29 de mayo, con el local prácticamente inhabitable, la institución debió instalar de emergencia numerosas carpas que se ubicaron en unos galpones adonde se trasladaron a los pacientes de manera provisional.

El local de Bellavista quedó prácticamente destruido. Entonces surgió la necesidad de hallar un nuevo lugar para continuar las atenciones hospitalarias. La historia de la CAA reconoce que no fue una tarea fácil. “Luego de varios meses de búsqueda y de numerosos intentos, se encontró un terreno en la urbanización Santa Cruz, de San Isidro. Se vendió el terreno del antiguo hospital en Bellavista y comenzó inmediatamente la construcción de la nueva Clínica”.

La compra de ese terreno se hizo imperiosa, y así se adquirieron los 10.582 m2, los cuales se compraron a 7.50 soles el metro. La construcción estuvo a cargo de la empresa Spalding & Sabogal, que ejecutó un gran trabajo permitiendo que en febrero de 1942 –con las obras aún por terminar– se empezaran a trasladar allí a los pacientes menos graves.

Un peruano llegó a la administración de la CAA recién en ese año 42: fue el señor Pedro Menéndez; luego serían notables los aportes –desde 1945– de los médicos nacionales, especializados en los EE.UU. y que contrató el doctor y director Virgil Thomas DeVault, quien dirigió el centro médico desde 1936. El doctor Alfredo Tola Pasquel se convirtió en el primer médico peruano en asumir la dirección entre 1950 y 1953, reemplazando al doctor DeVault.

Una larga historia sobrevino en las últimas décadas, con la venta de parte de su terreno en San Isidro y atentados terroristas y crisis económica en los años 80. Pero, sin duda, uno de los hechos más significativos fue la conmemoración de sus 50 años de fundación institucional.

La CAA se desarrolló con más camas e intervenciones médicas en su local de San Isidro. (Foto: GEC Archivo Histórico)
La CAA se desarrolló con más camas e intervenciones médicas en su local de San Isidro. (Foto: GEC Archivo Histórico)

Es innegable que el golpe de Estado del general Juan Velasco Alvarado, en octubre de 1968, trajo consecuencias para la CAA. Ante el peligro real de las nacionalizaciones “las empresas accionistas extranjeras de la Clínica abandonaron el Perú y vendieran sus acciones. Los doctores Guillermo Garrido Lecca, Alfredo Tola Pasquel, Tomás Díaz Quintanilla y César Pacheco Blancas quedaron como los únicos accionistas en territorio peruano”, indica la historia de la clínica.

En ese contexto, se produjo la gran conmemoración del quincuagésimo aniversario de la clínica sanisidrina. La ceremonia central se realizó el 31 de octubre de 1971, en plena dictadura velasquista. El acto oficial se desarrolló en el Salón Independencia de la Municipalidad de Lima.

Entonces el presidente ejecutivo era el doctor Guillermo Garrido Lecca Frías, quien ya avizoraba ampliar las instalaciones de la tradicional clínica. Ese día de festejo, en el solemne salón municipal, concurrió el doctor Baltazar Caravedo, en representación del Ministerio de Salud Pública, así como el Mayor General FAP Fernando Miró Quesada Bahamonde; el alcalde de Lima, el ingeniero Eduardo Dibós Chappuis; el embajador de EE.UU. y un representante de la embajada británica.

Un universo de médicos y enfermeras invitados también le dieron al ambiente un carácter especial: era como tener un simposio médico en una sala de celebración. En su 50 aniversario, la Clínica Anglo Americana contaba, según El Comercio del día, “con 42 médicos permanentes, 12 médicos en entrenamiento –entre internos y residentes–; 62 enfermeras y 105 alumnas de la Escuela de Enfermeras”, centro de formación que aún funcionaría durante 26 años más.

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