Miguel Ramírez, en su columna ‘Historia Nunca Contadas’, cuenta detalles desconocidos sobre el exitoso operativo ‘Chavín de Huántar’. (Fotos: Agencias)
Chavín de Huántar: Los 'bichos' que ayudaron en el rescate de la residencia japonesa - 1

Mucho se ha escrito sobre la toma de la residencia japonesa por parte del MRTA ocurrida hace 19 años, en diciembre de 1996. Casi nada se ha dicho, sin embargo, de que la operación ‘Chavín de Huántar’ que llevó al exitoso rescate de los 72 rehenes, realizado 4 meses después, se debió al trabajo silencioso de 32 agentes de la Dirección Nacional Contra el Terrorismo (Dincote), la mayoría mujeres.

Estos efectivos lograron penetrar tecnológicamente el interior del local con ‘bichos’, pequeños micrófonos del tamaño de la cabeza de un alfiler, que permitieron escuchar lo que conversaban los terroristas y los secuestrados, sus movimientos y hasta cuando iban al baño, en aquellos aciagos días que duró el cautiverio de los rehenes rescatados gracias al operativo ‘Chavín de Huántar’.

Lo injusto es que la labor de estos policías en el operativo ‘Chavín de Huántar’ nunca fue reconocida por autoridad alguna, por el contrario, casi son dados de baja en 1998 por Vladimiro Montesinos cuando este columnista, gracias a una fuente que nunca identificaré, reveló esa extraordinaria operación de inteligencia, digna de una película de espionaje.

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Apenas ocurrió la toma, los jefes de la Dincote, asesorados por la CIA, decidieron ingresar micrófonos en el interior de la sede diplomática. Se seleccionaron a 32 agentes entrenados en escuchas. Casi todos eran mujeres, pues ellas tienen el oído más afinado que los hombres. Su nombre clave era ‘Las voleibolistas’. El equipo se instaló en la clínica Virgen del Carmen, a la que apodaron ‘La bombonera’ y que gracias a ellas se logró un exitoso rescate llamado ‘Chavín de Huántar’.

Los agentes se dividieron en tres grupos que hacían turno de 8 horas diarias. Todos los días se la pasaban escuchando, transcribiendo, analizando y reportando lo que sucedía en el local tomado, gracias a los ‘bichos’ que lograron meter en una jaba de frutas, termos, una guitarra, una biblia y un crucifijo que Cipriani llevaba siempre para la misa que realizaba en el interior de la residencia antes que se llevara a cabo el operativo ‘Chavín de Huántar’.

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Yo sabía de esta alucinante operación tecnológica, pero no podía publicar nada. Recién un año después del rescate ‘Chavín de Huántar’, el 22 de abril de 1998, mi fuente me autorizó a difundirla. Me contaron que cuando Montesinos leyó El Comercio estalló en cólera, pues la historia contradecía la versión oficial de que él y el SIN habían sido los únicos artífices de esa operación. Mandó a llamar al jefe de la Policía, el general Víctor Alva Plascencia, y le pidió que castigara a los efectivos, acusándolos falsamente de haber filtrado la información.

Tuvo que intervenir el jefe de la CIA en Lima para evitar que el mayor Marco Castro Renwick y sus 32 agentes fueran dados de baja. Los escuchas hasta hoy no pueden olvidar la voz del almirante Luis Giampietri cuando le dijo al crucifijo: “Mary está enferma”. Era la clave para iniciar el rescate ‘Chavín de Huántar’. Lo demás ya es historia conocida.

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