El 28 de enero de 1986 fue un día cualquiera para el mundo. En aras de seguir con la conquista del espacio, el transbordador Challenger partió de Florida, Estados Unidos, con 7 tripulantes. Las cosas pintaban muy bien hasta que 73 segundos después del despegue ocurrió una tragedia de la cual la NASA no ha logrado sobreponerse del todo.
Aquella mañana, Francis ‘Dick’ Scobee, Michael J. Smith, Ronald McNair, Ellison Onizuka, Gregory Jarvis, Judith Resnik y Christa McAuliffe pasaron a los libros de historia por ser las víctimas de una serie de presuntas negligencias por parte de la agencia espacial estadounidense, las cuales llevaron a la explosión y desintegración del Challenger sobre el cielo del océano Atlántico.
Los cronómetros del puente de la NASA estaban fijados a las 11:38 de la mañana, hora local, cuando los propulsores del Challenger iniciaron su actividad. Las cámaras de televisión estaban en el sitio y muchos curiosos también se mantenían expectantes para la partida de la nave.
Cuando el Challenger estaba en el cielo, una transmisión de CNN narraba lo que pasaba. De un momento a otro, una bola de fuego se apoderó del transbordador y todo se volvió un desastre.
TRAGEDIA
Las investigaciones posteriores del accidente del Challenger, el cual pasó a la historia como uno de los más fuertes, dieron pistas de las causas. La comisión Rogers, cuya formación fue ordenada directamente por el expresidente estadounidense Ronald Reagan, precisó qué fue lo que ocasionó el desastre.
Según las conclusiones, hubo una falla en una junta tórica, anillo que tiene la función de asegurar la estanqueidad de fluidos, en el cohete acelerador sólido luego del despegue. Esto provocó la apertura de un pliegue y la salida del gas caliente del motor del Challenger al exterior.
El efecto dominó de la falla hizo el resto y la nave se destruyó. La comisión Rogers también determinó que algunos miembros no habían muerto al momento de la explosión, sino en el impacto de la cápsula del Challenger contra el mar.
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El 28 de enero de 1986 fue un día cualquiera para el mundo. En aras de seguir con la conquista del espacio, el transbordador Challenger partió de Florida, Estados Unidos, con 7 tripulantes. Las cosas pintaban muy bien hasta que 73 segundos después del despegue ocurrió una tragedia de la cual la NASA no ha logrado sobreponerse del todo.
Aquella mañana, Francis ‘Dick’ Scobee, Michael J. Smith, Ronald McNair, Ellison Onizuka, Gregory Jarvis, Judith Resnik y Christa McAuliffe pasaron a los libros de historia por ser las víctimas de una serie de presuntas negligencias por parte de la agencia espacial estadounidense, las cuales llevaron a la explosión y desintegración del Challenger sobre el cielo del océano Atlántico.
Los cronómetros del puente de la NASA estaban fijados a las 11:38 de la mañana, hora local, cuando los propulsores del Challenger iniciaron su actividad. Las cámaras de televisión estaban en el sitio y muchos curiosos también se mantenían expectantes para la partida de la nave.
Cuando el Challenger estaba en el cielo, una transmisión de CNN narraba lo que pasaba. De un momento a otro, una bola de fuego se apoderó del transbordador y todo se volvió un desastre.
TRAGEDIA
Las investigaciones posteriores del accidente del Challenger, el cual pasó a la historia como uno de los más fuertes, dieron pistas de las causas. La comisión Rogers, cuya formación fue ordenada directamente por el expresidente estadounidense Ronald Reagan, precisó qué fue lo que ocasionó el desastre.
Según las conclusiones, hubo una falla en una junta tórica, anillo que tiene la función de asegurar la estanqueidad de fluidos, en el cohete acelerador sólido luego del despegue. Esto provocó la apertura de un pliegue y la salida del gas caliente del motor del Challenger al exterior.
El efecto dominó de la falla hizo el resto y la nave se destruyó. La comisión Rogers también determinó que algunos miembros no habían muerto al momento de la explosión, sino en el impacto de la cápsula del Challenger contra el mar.
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