
Un infarto fulminante te quita la vida en segundos, sin darte tiempo de pedir ayuda. Aunque suele asociarse a la edad o al estrés, hay hábitos que lo propician silenciosamente. Uno de los más peligrosos es fumar.
“Un infarto fulminante es un paro cardiaco repentino causado por una obstrucción total de las arterias coronarias o de una principal que impide el flujo de sangre al corazón, causando la muerte súbita de la persona”, explica Rosalía Fernández, cardióloga del Instituto Nacional del Corazón (Incor).
Los factores de riesgo son cinco. Encabeza la lista el tabaquismo (activo o pasivo), porque causa más daño a las paredes de los vasos sanguíneos y tapa las arterias. Seguido por la hipertensión arterial, la diabetes mal controlada, el colesterol alto y antecedentes genéticos.

Fernández aclara que antes de un infarto fulminante hay señales que solemos ignorar.
“Cansancio en situaciones cotidianas, fastidio en el pecho, dolor en el estómago al subir escaleras y sensación de falta de aire son signos de alerta”, indica.
Además, advierte que: “Si eres fumador, en cualquier momento puede darte un infarto”.
A veces, los síntomas se confunden con indigestión, fatiga o ataque de pánico, especialmente en mujeres.
Por eso, es vital no ignorar señales extrañas o intensas, sobre todo si hay factores de riesgo.
DATITO
Si la persona ya no fuma, un año después de haber dejado el hábito bajará en un 50% su probabilidad de morir de un ataque cardiaco. El riesgo seguirá disminuyendo conforme se aleje del tabaco. Así que no todo está perdido.










