Hace dos semanas, el Gobierno amplió por cuarta vez el Estado de Emergencia en el convulsionado Callao. La medida, como se sabe, fue tomada en diciembre del 2015, entre aplausos y críticas de todos los sectores de la ciudadanía.
Pocos conocen, sin embargo, que esa decisión se adoptó luego de que los servicios de inteligencia alertaron al presidente Ollanta Humala de una inminente guerra entre las bandas criminales de Gerald Oropeza, ‘Tony Montana’, y Gerson Gálvez Calle, ‘Caracol’. Oropeza se había salvado de morir de milagro, luego de que un grupo de sicarios contratados por ‘Caracol’ atacaron su camioneta Porsche con fusiles y granadas.
Ambos exsocios se disputaban el control del envío de droga al extranjero desde el primer puerto del país.
El fragor de las elecciones pasadas no ha permitido resaltar los contundentes golpes que ha asestado la policía a poderosas bandas que durante años operaban impunemente y a sabiendas de las autoridades de ese lugar.
En solo cinco meses –a través de acciones netamente de inteligencia que incluyen infiltración, captación de informantes y escuchas telefónicas del equipo electrónico ‘Constelación’- la policía ha logrado desarticular las organizaciones de ‘Barrio King’ (de ‘Caracol’) y la de ‘Renzito’ (Renzo Espinoza), que dirigían secuestros, extorsiones y ‘preñaban’ contenedores con cocaína.
‘Caracol’ y Oropeza fueron perseguidos hasta el extranjero y capturados en Colombia y Ecuador, respectivamente, gracias a una acción conjunta de la policía peruana y de esos dos países. Ahora están presos. Todo un logro que los políticos mezquinos no han comentado ni han querido reconocer.
Lo primero que hizo el alto mando policial fue incrementar el número de efectivos de 2900 a 3600. En ese corto tiempo, se han realizado ¡4200 detenciones!
Todo esto, por cierto, no es suficiente. Entre enero y mayo de este año han sido asesinadas 45 personas, es decir, en promedio 9 crímenes mensuales. La cifra no ha variado mucho con respecto a los 10 asesinatos al mes que ocurrieron el año pasado, cuando no había Estado de Emergencia.
Esta es la cruda realidad de lo que sucede en una ciudad que está a 20 minutos del Centro de Lima. Los chalacos se preguntan por qué no se investiga a las autoridades políticas del Callao, que desde 1990 permitieron y avalaron que se convirtiera en un infierno.
No les falta razón. Hace unos meses, este columnista difundió un informe de inteligencia que revelaba la permisividad de los políticos regionales con actores vinculados al mundo del hampa.
Se sabe que se permitió la creación de ‘cuadrillas’ de gente pobre, que incluía a personas al margen de la ley, a quienes se las colocaba en ‘planillas secretas’ y se les daba un sueldo.
Recuperar el Callao es un gran reto de este Gobierno y del que ingresará el 28 de julio.
Nos vemos el otro martes.
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