Los libros de Walter Riso, como sus videos en YouTube, son fuente de consulta de millones de personas en el mundo. Sobre todo, de personas con el corazón roto, decepcionadas del amor, atormentadas por las rupturas sentimentales.
Su video ‘Cómo liberarte de tu ex’ bordea el millón de reproducciones. Su última publicación ‘Atrévete a ser quien eres (aunque no gustes)’ (Editorial Planeta) se ha convertido en uno de los libros más vendidos en la reciente Feria del Libro de Bogotá-FILBO, una de las más importantes en la industria editorial en español.
Walter Riso es doctor en psicología, escritor y conferencista. Para reservar una consulta con él, hay una lista de espera de ocho meses. Sus pacientes lo buscan desde todas partes del mundo y están dispuestos a pagar, según consultamos luego por nuestros medios, 200 dólares por una hora de terapia.
Aquellas personas que no tienen la paciencia ni el dinero, pueden encontrarlo en las redes sociales, en donde muchas de sus conferencias se han hecho virales.
En entrevista con trome.pe asegura que está orgulloso de ser un escritor de libros de autoayuda, dando argumentos y porqués más que sólidos.
Asimismo, deja un consejo si estás sufriendo por tu ex. Así, directo al problema. EMPECEMOS:
EL CIELO GRIS Y EL CARÁCTER LIMEÑO
PREGUNTA: Doctor, muchos consideran que el peruano, por lo general, es triste, ¿lo percibe así?
RESPUESTA: No, triste, no. Al peruano lo tomo como una persona que tiene introspección. Como una persona que no habla tanto, como introvertido en algunas cosas. Pero he visto cosas peruanas que son extraordinarias. Tienen un humor muy bueno, cuando doy conferencias allá, no tengo que explicar el chiste.
Son teorías, pero dicen que el clima, el cielo gris, ¿eso tiene que ver mucho con nuestro ánimo, con nuestro carácter?
El clima sí tiene que ver, pero entonces yo me pregunto, si fuera así, los países del norte de Europa deberían ser terriblemente aburridos, ensimismados, tristes, arrastrándose Lo que más me gusta de Lima cuando voy, es el cielo nublado y el mar plateado.
El clima puede influir en que una persona tenga cierta personalidad. Por ejemplo, en los climas calientes, la gente es más extrovertida. Pero eso sería generar un estereotipo y una estigmatización respecto a los peruanos que sería injusta. Puede influir en algunas cosas, pero no es determinante. Lo determinante son las relaciones sociales, la cultura.
¿Le gusta el cielo gris de Lima?
A mí me encanta, además a mí me gusta más el invierno que verano. Yo paso mucho tiempo en Europa, y voy en invierno, cuando llueve, cuando está nublado, cuando garua. Además, ustedes tienen algo extraordinario, la batata, la papa dulce, el camote.
Nos han educado odiando este cielo, al que alguna vez llamaron color ‘panza de burro’.
Muchos países son educados así. Si vas a México la gente ama todo lo que tiene, puede ser lindo o feo, para ellos es lo mejor del mundo, el mejor cielo es de ellos. Es una cuestión de educación. Pero también tiene que ver con cuestiones culturales, religiosas, políticas. El cielo que tienen ustedes, a mí me inspira, me da serenidad, me siento protegido, como que llegaran musas en el proceso creativo. El mar plateado me encanta.
Yo he hecho muchas cosas en Perú. Tengo un doctorado honoris causa en Chimbote. Ustedes tienen lugares donde el cielo no es totalmente gris, tienen un mar azul.
Yo nací en Nápoles (Italia). Si vas, vas a ver cosas maravillosas, me gusta todo, porque es un poco como la cultura japonesa, ustedes tienen un cruce oriental, más chino. Está el Kintsukuroi, que es cuando las cosas se están deteriorando, hay una belleza implícita en el deterioro, imagínate. Ustedes son racistas con el cielo que tienen.
¿Ver un día lluvioso, nublado con una mirada más optimista obedece a un cambio de mentalidad?
Pelear con las nubes es como estúpido. Escapa de mi control, no depende mí. Tengo dos opciones, odiarlas o amarlas. Si las odio, voy a sufrir como un idiota y si las amo, voy a disfrutar. Entonces para qué las voy a odiar.
SU ÚLTIMO LIBRO ES UN LLAMADO A LA REBELDÍA
Doctor, en su último libro, en términos generales, nos estimula a buscar la libertad. Mi pregunta es, ¿Una persona puede ser libre plenamente?
No. Depende de la libertad que hablas. Si hablas de una libertad negativa, que tiene que ver con la libertad exterior, que es que no te obstaculicen para hacer determinadas cosas, pues obviamente no. Hay normas y leyes que respetar. Algunas son criticables y otras hay que cambiarlas. Hay una tradición buena y otra mala. Es difícil, es imposible.
Hay otra libertad, la libertad positiva. Que tiene que ver con tu autonomía interior, con tu autorrealización. Esa sí, no debería tener ningún límite. Yo puedo hacer con mi mente lo que se me da la gana. Y si se me prohíbe pensar cómo se me da la gana, ya estamos hablando de una ‘policía del pensamiento’.
O sea, yo tengo esa libertad interior. Yo digo que, si no tienes esa libertad interior, ¿cuál otra podrías tener? En tu autorrealización, en tu crecimiento interno, en lo que son tus valores, tus principios, la defensa de tus derechos humanos, ahí sí tienes toda la libertad interior que quieras. Tú me puedes obligar a acostarme, pero no a dormir.
¿Hablamos de una libertad emocional, no depender emocionalmente de nadie?
Digamos, depender emocionalmente lo menos posible. Pero no en lo fundamental, no en la esencia. Tú tienes principios y valores, y esos principios y valores no son negociables.
¿Siento que la libertad viene acompañada con la soledad, o las tengo muy cercanas como si dependiera una de otra?
No es así. Uno piensa que para ser libre no debe tener estorbos. Entonces, cuanto menos estorbo tenga, más libre estoy. Uno puede estar acompañado y estar solo. Hablo de la parte interior, hablo de tus sueños, ilusiones, metas, de tus fantasías, de tus utopías personales. Lo que persigues como algo fundamental en la vida. Eso lo podés tener estando acompañado o solo.
Una cosa es la soledad afectiva y otra la soledad física. La soledad afectiva se puede convertir en una desolación, a no ser que seas un esquizoide, una persona que quiera aislarse del mundo. Una cosa es el desapego, el desapego es no depender, pero no es soledad. Yo puedo estar con la persona que quiero, puedo pensar que la amo, pero puedo ser feliz sin ella o puedo estar sin ella.
Digamos que la clave de todo esto, ahora te nombro los cuatro puntos de mi libro, la clave es vivir con la menor cantidad de apego posible, con la menor cantidad posible de dependencia, sin adicciones. Por ejemplo, si necesitas mucho la aprobación de la gente, entonces eres una víctima. Pones tu ‘yo’ arriba, para que ese ‘yo’ lo construyan entre todos, que es lo que pasa en internet. Se hacen guetos, son 50, pones el ‘yo’ ahí y entre todos lo construyen. La construcción del ‘yo’ es algo personal. En esos guetos no se deja entrar al diferente. Entonces, si no entra el diferente, pierdo la capacidad más impresionante, la mejor y la más potente para crecer, que es el debate.
Entonces ahí entra a lo que se refiere con rebelarse, con ser la oveja negra…
La oveja negra, el patito feo, el bicho raro. He recibido miles de emails en las que me dicen ‘yo soy una oveja negra’. La oveja negra se rebela, quiere tomar su propio camino. La oveja se desvía, no va con todo el grupo de borregos. Entonces el mayoral (pastor) levanta el bastón, vuelve el perro y le ladra, y se empecina. Si ves qué es la humanidad, y todo lo que se ha logrado a lo largo de la historia, lo han hecho las ovejas negras. Jesús era una oveja negra, Giordano Bruno, qué se yo. Todos.
Los cristianos se pueden molestar con eso de que ‘Jesús era la oveja negra’…
Y a mucha honra. Entonces qué fue lo que encontré yo. El primer punto de mi libro es que estamos ‘acostumbrados a mirar afuera’. Latinoamérica no es una cultura de la interiorización. Hay subculturas, te vas a zonas indígenas e incluso en grupos espirituales, en la parte más ancestral sí había una cultura de la interiorización. En el Perú, sobre todo, hacer del guerrero una actitud de una sabiduría de vida parecida al samurái o los guerreros mexicanos.
Nos educan mirando hacia afuera. Es decir, que la realidad está afuera, me olvido de mí mismo. La primera parte del libro es hacer un giro, salvar el ‘yo’. La solidaridad no es incompatible con el amor propio. Nos prohíben el amor propio. Nos dicen que somos narcisista si queremos cuidarnos a nosotros mismos.
El segundo punto es no rendir pleitesía. No venerar, no someterse a figuras o modelos de autoridad sicológico que se creen más que vos. Si te fijas en tu vida o la vida de la gente, la mayoría tiene a su alrededor gente a quien uno termina rindiéndole pleitesía. Es como si te estuvieras tomando un vino o un pisco, y llega un experto en pisco, un referente, y te pregunta, qué pisco es, y te dice que no es así, y te amarga el trago. Pero tú le rindes pleitesía.
La pleitesía, que es diferente a la admiración…
Sí, totalmente. Hay un modelo de autoridad constructivo, positivo, que te deja pensar, que no te limita. Por ejemplo, el maestro budista, la mamá cariñosa con el hijo. Y también hay un modelo destructivo, que es el que obliga a pensar como ellos quieren, que te exige que los imites…
¿Como estos ídolos de las nuevas generaciones, digamos Bad Bunny o Karol G?
Sí, pero esos van por otro camino. Esos no se erigen como modelos de autoridad. La gente los asume como modelos de autoridad. Una cosa es admirar y otra es venerar. En la veneración, yo me tiro a tus pies, soy tu esclavo, te imito. En la admiración tú me inspiras. Entonces, yo ya no te imito, sino que me inspiras para yo re-crearme y poner mi sello personal. Algunos de esos ídolos son inspiradores, otros generan imitación. Habría que ver cómo es en cada caso.
En la época mía, con Los Beatles, nos vestíamos como ellos, pelo largo, pantalones ajustados. Yo fui hippie. Los hippies nos vestíamos igual todos. Ahí había una imitación, había una admiración, pero no era una admiración que me inspirara. Cuando estás con una autoridad destructiva, no quiere que le lleves la contra, quiere que seas como él. Entonces, puedes tener en casa a un papá autoritario.
¿Cuál es el tercer y cuarto punto de su libro?
Tercero, la singularidad. Tú, aunque estés con la multitud, tienes una historia personal, una manera de ser. Si te pegas a la tribu, te metés a la colmena, te perdés vos mismo porque te parecerás a la multitud.
Cuarto, es la resistencia al cambio. Digamos que si te sometes a todas las tradiciones que hay, terminarías siendo una réplica. Hay tradiciones buenas y malas. Hay tradiciones, como cortar el clítoris a las niñas en algunas partes del mundo, el trabajo infantil, hay tradiciones malas, hay que estar abierto al cambio.
Cuando un paciente va a mi cita, muy pocos van a buscar la cura, porque la cura duele, la transformación duele, el cambio duele. Es incómodo, porque tenés que revisar, tenés que desaprender muchas cosas, La mayoría de gente va a buscar alivio, a que le dé un analgésico, un autoengaño, porque la transformación duele.
LAS CRÍTICAS A LOS LIBROS DE AUTOAYUDA
Doctor, los libros de autoayuda son los más criticados, pero también los más vendidos, me gustaría que hablemos al respecto…
Eso me parece bien. Mira, diferencias que hay que hacer. Yo soy traducido a 30 idiomas. Mis libros los encuentras, algunos en los stands de filosofía, otros en los stands de psicología, otros en autoayuda, otros en ensayo.
Primero, la divulgación científica. ¿Qué hace? traducir para que la gente entienda algunos temas, como la física, la filosofía misma. Segundo, existe una autoayuda científica que es la que se usa en la terapia, que busca prevención y promoción de salud en la gente y darle información a tiempo antes de que se enferme. Eso es hacer terapia cognitiva, nosotros usamos mucho la biblioterapia. Y le damos información a la gente. A los psicoanalistas eso no les gusta, pero bueno.
Y hay una autoayuda que es ‘love’, que es humo, que no tiene fundamentos. Cuando lees un libro de autoayuda científica, primero, la persona está preparada, tiene experiencia, encuentras bibliografía, está sustentada en evidencia empírica, simplemente lo que haces es un trabajo pedagógico para que la gente entienda y lo aplique.
SI sabemos que el contacto físico en los niños disminuye la depresión, pues tenemos que contarle a la gente, ¿o nos vamos a reunir 20 académicos, con cara de académicos, que pensamos cerrado, para hablar entre nosotros? No.
¿Usted no se ofende cuando le llaman autor de libros de autoayuda?
No, yo me siento orgulloso de ser (autor) autoayuda científico. He escrito novelas, ensayos, libros técnicos. Soy un psicólogo divulgador, soy académico. Tengo muchos doctorados, estudios. Escribo de todo.
Hay una autoayuda que es ‘vende humo’, cuando critican esta autoayuda está bien. Yo soy un psicólogo clínico. En países desarrollados, a la gente le importa un carajo si escribes autoayuda o no, lo que le importa es si el libro está fundamentado.
La autoayuda científica, habría que llamarle psicología práctica, ¿ayuda a la gente o no? Entonces, ¿quiénes son los que critican la divulgación en psicología, la ayuda científica, para decir que toda esa gente que compra esos libros son estúpidos?
¿Es una crítica que viene de los sectores intelectualoides?
Y muchos de esos intelectualoides me piden cita. Y yo los atiendo sin problema. O sea, a mí, la verdad, podés poner si querés: estoy orgulloso de escribir autoayuda y al que no le gusta que no me lea. Yo soy académico, yo doy clase en un montón de universidades. La mayoría de los psicólogos que han sido y son reconocidos en el mundo, escriben libros técnicos y de divulgación.
ESTRELLA DE YOUTUBE
Doctor, usted es una estrella en YouTube, podría decirse que ahí usted es un hombro amigo, un paño de lágrimas de miles de personas que acaban de separarse…
Yo en YouTube digo lo que pienso, igual que en los podcasts. No me pongo a hacer terapia. Si me piden cita, pues van a mi cita y ya verán. ¿Si soy un paño de lágrimas? Mira, una vez estaba en Perú y se me acercó un muchacho como de 17 o 18 años… estaba con la mamá y ella le decía ‘ve, ve, acércate’. Y el muchacho se acercó y me agradeció porque le salvé la vida. Muchos me dicen eso. Yo dije genial, gracias. Me dijo ‘yo salí de mi casa, era de Lima, y me iba a matar, me iba a suicidar. Pasé por una librería y vi un libro que decía ‘Aprendiendo a quererse a sí mismo’. Yo sentí que me atraía ese libro’. Y se sentó a leerlo en la acera y no se mató. El libro era mío.
En YouTube también hay ‘vende humos’, como usted dice’, que ofrecen recetas y píldoras para sanar emocionalmente, para superar una ruptura amorosa, ¿qué piensa?
Yo lo que trato es de crear espacios de reflexión. Creo que la gente no es tonta. Tú tienes que reflexionar. Las recetas, las píldoras, yo no las doy, yo doy espacios de reflexión. Pero hay veces que la gente está tan mal, en casos de depresión, en pandemia, que los psicólogos, tenían que dar pasos, haga esto, no haga esto.
Finalmente, doctor, ¿qué le diría a una persona que cree que nunca podrá superar a su ex?
En la experiencia mía, de tantos años, de tratar con gente de toda parte del mundo, la verdad, puedo haber visto unas cuatro personas que todavía, después de cinco o seis años, no han podido superar al ex. Nunca he visto una sola persona, que pide ayuda profesional, que no haya superado lo del ex.
Y yo les diría que piensen en su primer amor. Pensá en tu primer amor. Podría haber barrido el piso con vos, tú hubieses dado la vida por ella. ¿Y ahora qué te produce? No te produce un carajo, porque lo tenés en formol.
Uno de mis libros que más se han vendido y traducido es ‘Ya te dije adiós y ahora cómo te olvido (cómo sacarse al ex de la cabeza y el corazón)’. Es un libro práctico, con ejercicios, lo que hago en terapia. Yo le diría a la gente que todo el mundo sale de eso. Estés donde estés, siempre habrá alguien dispuesto a quererte, alguien estúpido que te quiera. Siempre va a haber alguien que te quiera. Lo que tenés que hacer es salir al mundo. No podés, porque te sacó el ex, mirar el mundo por ojo de la cerradura. Tumba la puerta y sal, di aquí estoy yo, con mis problemas, me acepto, aunque no me guste. Promocionarte, buscar, arriesgarte, ser un kamikaze porque te van a rechazar. De cada 10 personas que encuentres quizá hay una que pueda valer la pena.
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