
Acompañado de su fiel amigo, ‘Bananín’, el huancavelicano Antonio Escobar Acevedo siempre recibe a sus clientes con una sonrisa. Bromista y pícaro como él solo, mantiene una actitud positiva cuando se trata de vender plátanos en su puesto 8 y 9 del mercado Tierra Prometida de Santa Anita. Ahí, entre la presión de madrugar y cargar jabas, se ha ganado el título de “Rey del plátano”.

Pero su historia no empezó en un mercado, sino manejando un camión. “Yo era conductor… con la pandemia me quedé sin chamba y me dio COVID”, recuerda. Sin rendirse, aprendió el negocio desde cero.
Hoy despacha hasta 500 kilos diarios, que trae desde Pichanaqui. Vende variedades como bellaco, isla, palillo, moradita y naranja de jugo. El kilo cuesta desde S/ 2, pero los restaurantes le compran por jabas. “Me llaman de madrugada para cargamento fresco”, dice.

“Antes trabajaba solo para comer, ahora ya deja algo”, comenta orgulloso. Gracias a su esfuerzo, paga colegio particular a sus hijos. Su esposa trabaja a su lado. “Los huancavelicanos somos chamba”, suelta entre risas.
Su día arranca, según cuenta, a las 2:30 a.m. No hay domingos ni feriados. “La fruta no espera. Si descanso, pierdo”, afirma el emprendedor huancavelicano.
Sepa que:
Este 8 de noviembre será la final de la Copa Tierra Prometida, donde Antonio y su pabellón jugarán fútbol y presentarán una danza.








