Hace 20 años, un reportaje de Bruno de Olazábal retrató la misericordiosa labor de Víctor Ortiz, un hombre que a diario recorría los arenales del sur limeño auxiliando a personas infectadas con el virus del VIH. Por esta labor fue conocido como ‘El ángel del sida’.
Hace 20 años ya había vendido todos los implementos de sus salones de belleza para sustentar su labor altruista. Y no le importó quedarse sin nada.
Sin salones de belleza.
Sin amigos.
Sin familia.
Sin aceptación social.
Entonces era joven y tiraba ‘plancha’ por Villa María del Triunfo, Nueva Esperanza, Villa el Salvador, José Gálvez, auxiliando enfermos terminales. Solventaba sus gastos con caridad. Aprendió de pura curiosidad a administrar fármacos, aplicar inyecciones, colocar sondas, realizar cambios posturales.
Su historia contada en televisión fue un suceso que ayudó en la recolección de donativos para sus ‘pacientes’. Pero también para que personas sin escrúpulos se acercaran a él con la única intención de aprovecharse. Desde entonces, y así lo recuerda, es una persona desconfiada.
Desde la emisión del reportaje han pasado 20 años, pero desde que empezó a ayudar a personas con VIH más de 45.
El escritor peruano mexicano Mario Bellatín publicó un libro inspirado en la historia de Víctor Ortiz: ‘Salón de belleza’. Ahí escribió: “No sé dónde nos han enseñado que socorrer al desvalido equivale a apartarlo de las garras de la muerte a cualquier precio”.
A sus 75 años, Víctor Ortiz ya no tiene esa agilidad de liebre. Camina lento, pausando sus pasos cuando quiere decir algo. Eso sí, el ímpetu lo tiene intacto. El humor no se le ha astillado. Enfrenta la vida.
¿Cómo está?
Pal tiempo. Estoy vivo, no me he muerto.
¿Eso es suficiente?
No es suficiente porque tengo que resistir dolores. Entonces no puede ser suficiente. Lo que quiero es que se me vayan los dolores.
Dicen que usted es un ángel, ¿es así?
¿Ángel? Sácame las plumas ja, ja, ja.
¿Entonces?
Yo soy una persona mundana. Quiero decir que yo no ayudo, lo hace Dios. Si aún estoy vivo es por que Él lo quiere así.
¿Sigue ayudando entonces?
Siempre lo haré, espero poder hacerlo hasta el último minuto de mi vida.
¿Cómo lo hace?
Como siempre. Recojo plástico, papeles. ¡Uy! pero lo más delicioso son los cables. Mira, tú los pelas y adentro hay cobre. Y pagan muy bien por ese cobre.
Todavía le queda fuerza…
Mira, hay que sacarla de donde no haya.
¿Cuántos años tiene?
75, niño.
¿Le alcanza con lo que recoge?
A veces no, tengo una deuda de mil soles con la casera que me da el desayuno. Y a veces otros chicos me piden lo que recolecto. Yo les doy porque al fin de cuentas me alivian el peso.
¿Y entonces de qué vive?
De lo que buenamente la gente me da. Mira, este reportaje no te va a salir gratis. Primero, tienes que caminar mucho. Y segundo, ya llega la hora del almuerzo.
¿Aun recibe enfermos en su casa?
No, ya no atiendo en casa. Educo a las familias para que puedan atenderlos ellos.
¿Y usted tiene familia?
Sí, mira. Ahí está Barbón, Blanca, Negro, Marco Calderón y Tomasa. ¿Sabes por qué le puse Tomasa?
¿Por qué?
Mira cómo mueve la cola ja, ja, ja.
¿Es su única familia?
Tenía seis hermanos. Cuando se enteraron de lo mío, me dijeron: “muérete”. Pero cómo es la vida. Dos de sus hijos se infectaron de VIH. Me di cuenta de algo.
¿De qué?
La lengua es fácil de mover, pero difícil de controlar.
¿Cuántas personas ha visto fallecer?
320 personas murieron en mis brazos.
¿Alguno le afectó más que otro?
Zulma, era mi amiga.
¿Cómo ve la vida una persona rodeada de tanta muerte?
Con la fe intacta y creyendo cada vez más en Dios.
¿Y qué se aprende de todo esto?
La calidad humana. Hay que ayudar al que lo necesita.
Morirse en este país es costoso…
El pobre puede enfermarse, pero no morirse. Para eso hay que tener plata.
¿Los prejuicios hacia las personas con VIH continúan?
¿Acaso no viste cómo me tratan esas brujas del mercado?
¿Qué sucede con ellas?
No me quieren atender. Otros, ni siquiera quieren darme la mano para saludar. ¿Entonces?
¿Entonces?
La ignorancia sigue.
¿Cuál es el primer síntoma en una persona infectada con VIH?
El primer síntoma es cuando vas al doctor y te dice que estás contagiado. Ah, y pon ahí bien claro que yo no soy médico. Pon ahí.
¿Quiso tener hijos?
Ese fue mi gran sueño. Por eso, a pesar de mi opción, me casé. Pero nunca pude tener hijos. Tuve 11 entenados, los hijos de ella.
¿Tiene novio?
Todos mis novios se me han muerto.
Lo siento…
No te preocupes.
Dígame, ¿está en situación de abandono?
¡Perdón! Que esté enfermo y que viva solo en mi casa no quiere decir que esté muy, que digamos, pobrecito. La lástima es lo peor que existe para una persona.
¿Qué necesita?
En especial, todo.
¿Todo?
En mi casa no tengo agua ni luz. Vivo con vela desde 1990.
¿Algo más?
Una cocina con un balón de gas para pasar mi cafecito.
AYUDA AL ‘ÁNGEL DEL SIDA’
Número de cuenta BCP: 19491883744060
CCI: 00219419188374406093
A nombre del señor Víctor Margarito Ortiz Marroquín
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