El teatro La Plaza no pudo reabrir con una mejor propuesta que El amo Harold y los muchachos, del aclamado dramaturgo sudafricano Athol Fugard. Se trata de la primera obra del director Adrián Saba (El limpiador y The Dreamer), que tiene como protagonistas a Fernando Luque (Hally), Lucho Sandoval (Sam) y Alejandro Villagómez (Willie).
La acción de El amo Harold y los muchachos se desarrolla en un salón de té del parque Saint George. Son los años 50 y estamos en Sudáfrica, época del Apartheid. De ahí que la obra tenga una mirada crítica contra la intolerancia y el racismo, situación que por cierto, no está muy alejada de nuestra realidad. Nada parece haber cambiado.
Es en ese contexto que Hally, el hijo blanco sabelotodo de los dueños del negocio, Sam y Willie, dos empleados negros, se sumergirán en una larga conversación sobre significados de palabras, historia, personajes transcendentales, cometas, e incluso un concurso de baile, que tanto entusiasma a Sam y Willie. “La pensión parecía ser perfecta (…) la vida solía ser muy pequeña”, recordará con nostalgia Hally.
Quizá por lo anterior, algunos espectadores podrían sentir que en la primera parte de la obra -de un acto- hay poca acción. Pero es engañoso, puesto que El amo Harold y los muchachos habla precisamente de lo que no se ve. El drama de la historia está en lo cotidiano. En la grandiosa relación que existe entre Hally, Sam y Willie.
El amo Harold y los muchachos destaca las experiencias humanas por encima de un evento histórico en particular, y eso se evidencia en toda la obra, pero sobre todo cuando Hally recuerda el día en que Sam le enseñó a volar una cometa. ¿Por qué es tan importante el momento en que un muchacho blanco aprendió a volar una cometa con ayuda de un empleado negro? “Era como algo que había perdido el alma”, le dirá Hally a Sam sobre la cometa. ¿Acaso Hally estará destinado a convertirse en esa cometa sin alma? Luego una llamada cambiará sus vidas.
Es a partir de aquí, que las actuaciones de Fernando Luque, Lucho Sandoval y Alejandro Villagómez llegan a lo más alto, pues la solidez con la que interiorizan en sus papeles es realmente admirable.
La determinación y fuerza de Lucho Sandoval cuando enfrenta al personaje de Fernando Luque. La manera en cómo afronta la transformación que sufre su personaje. La energía y sensibilidad de Luque como Hally cuando recuerda el episodio de la cometa, y luego lucha contra sus prejuicios, y ahonda en la relación padre-hijo. La concentración y agilidad de Alejandro Villagómez en los momentos más tensos de la historia, y su rol dinamizador a través del baile, hacen de El amo Harold y los muchachos una obra indispensable para el espectador que gusta de ir al teatro.
El amo Harold y los muchachos va de jueves a martes (8:00 p.m.) y domingos (7:00 p.m.) en el teatro La Plaza.