POR: MIGUEL RAMÍREZ / Periodista de investigación
Así como van las cosas, los peruanos vamos a tener que pedirle disculpas o hacerle un desagravio al expresidente Alan García. Resulta que ya van seis funcionarios de su confianza que recibieron millonarios sobornos de la empresa Odebrecht, pero él responde con sus consabidas frases ‘otros presidentes se venden, yo, no’ y ‘no son mis ratas’.
El último fue descubierto la semana pasada. Es su amigazo Miguel Atala Herrera, a quien nombró vicepresidente de PetroPerú el año 2008, durante su segundo gobierno. Según el diario español ‘El País’, Atala tenía una cuenta de ¡900 mil dólares! en un banco de Andorra, depositados por la empresa brasileña.
Atala es del entorno íntimo de García. Ambos formaron dos ONG con Luis Nava, el eterno secretario del exmandatario aprista.
Apenas se conoció la noticia, García pidió en su cuenta de Twitter que Atala sea investigado por la Fiscalía. Fiel a su estilo, no dijo más, aparentando no darle importancia a lo publicado por el medio español.
Lo mismo hizo cuando el experimentado periodista César Romero, del diario ‘La República’, reveló que sus ‘asesorías’ fueron pagadas por un banco brasileño vinculado al caso Lava Jato. Es ‘una patinada’, escribió y luego sus seguidores atacaron con falsedades al correcto hombre de prensa.
Su frescura para sortear temas que lo comprometen no es de ahora. En su libro ‘El caso García’, el exdiputado Pedro Cateriano narra pasajes alucinantes cuando, en 1991, lo interrogaron sobre su cuantioso patrimonio que el expresidente amasó en su primer gobierno.
“Llamaba la atención su facilidad para hablar con rapidez, silabeando perfectamente cada término. Siempre conseguía dar la impresión de estar diciendo la verdad. Las exageraciones e inexactitudes –los embustes, las faltas a la verdad– no le alteraban un solo músculo de la cara”.
Cuando le preguntaron cuánto era el promedio mensual de sus gastos, García respondió: “Yo tengo una vida muy austera. Yo no bebo, no fumo, ni hago fiestas. Nunca voy a ningún restaurante, nunca he ido, ni aún antes de ser político. Mis amigos me tienen como un avaro. Yo calculo que con quinientos dólares he podido vivir”. Varios parlamentarios sonrieron. Por aquel entonces ya era conocida su vida de lujo.
Un congresista le inquirió sobre su profesión de abogado que no ejerció. Alan respondió con vehemencia, ninguneó a los abogados y se autodefinió como ‘orientador’ de intereses.
“Señor, yo no he querido ser un litigante de Mapiri. No me gusta el ‘papelucheo’. No me considero torpe. Entenderá usted que, una persona que llega al Perú en 1977 y es presidente en 1985, tiene todas las condiciones mentales suficientes como para no hacer escritos. ¡No señor! Yo hago consultorías, oriento cosas generales y cobraba cantidades por eso”.
Veremos si el fiscal José Castañeda Jara es apoyado para investigar de verdad al líder aprista. Nos vemos el otro martes.
Si te interesó lo que acabas de leer, puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter, y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.