“Andrade reconoce ser marrano, pero no chavón como Castañeda”, “Defensor del Pueblo zafa y tira caca al Comercio”, “Gringa jugadora besa a Toledo solo para la foto”, “Ángel Páez no merece compasión por traidor”… Estos eran algunos de los titulares agraviantes de la llamada ‘prensa chicha’ que, entre 1998 y el 2000, utilizaba Vladimiro Montesinos para embarrar a políticos, empresarios y periodistas opositores al gobierno de su jefe, el expresidente Alberto Fujimori.
El año pasado, una sala superior comprobó a través de innumerables testimonios, incluido el del propio Vladimiro Montesinos que para esa funesta campaña, que buscaba la reelección de Alberto Fujimori, se utilizaron ¡S/. 122 millones! de los fondos de las Fuerzas Armadas. Fujimori autorizaba la disposición de ese dinero y Montesinos los repartía a dichos medios.
En ese juicio, Alberto Fujimori fue condenado a 8 años de prisión, pero apeló. La semana pasada, en un fallo que ha causado rechazo, la Sala Suprema, que preside el controvertido vocal Javier Villa Stein, lo declaró inocente. Según Villa y los cuatro magistrados más, Fujimori no sabía nada y esa plata no la tenía en su cajón.
La historia de la ‘prensa chicha’ es digna de un guión cinematográfico. Muchos jóvenes no saben que existían los diarios ‘La Yuca’, ‘El Mañanero’, ‘La Chuchi’, ‘Más’, ‘Conclusión’, ‘El Chato’, ‘El Tío’ y ‘Referéndum’.
¿Cómo operaban estos medios? Cuando cayó el régimen fujimontesinista, Enrique Flor el sabueso periodista que trabajó conmigo en la Unidad de Investigación de El Comercio y hoy brilla en el Nuevo Herald de Miami logró una entrevista sensacional con Rubén Gamarra Garay, quien había sido editor de los diarios ‘El Chato’ y ‘La Yuca’.
Gamarra entregó fotos y manuscritos que probaron cómo Montesinos digitaba a esos medios a través de Augusto Bresani, un publicista ya fallecido, quien era su emisario. Bresani se encargaba de pagar a los dueños de esos medios por sus infames titulares.
Por cada titular agraviante se pagaba 2 mil dólares. Había un ‘plus’ para quienes embarraban con más vehemencia a los llamados “enemigos de la patria”.
Bresani parecía un actor de las películas de espionaje. Siempre llevaba un maletín tipo James Bond. Allí guardaba un teléfono satelital, a través del cual se comunicaba únicamente con Montesinos. Dentro del maletín también había un pequeño fax por donde Montesinos le enviaba los titulares que debían salir en dichos diarios.
Las transmisiones según Gamarra llegaban con códigos secretos que Bresani se encargaba de descifrar en su oficina.
Luego enviaba a gente de su confianza para recoger el dinero al SIN. Cuando el dinero llegaba, Bresani convocaba a los dueños de los diarios a su oficina del pasaje Los Pinos 169, en Miraflores, donde los ‘aceitaba’ con nuestro dinero por su infame proceder.
Así operaba esta mafia, pero para los magistrados comandados por Villa Stein, esto nunca ocurrió. Nos vemos el otro martes.
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