¿Quién dijo que los adultos mayores no saben divertirse? Son ellos quienes le sacan el jugo a cada minuto del día y aprovechan cualquier oportunidad para reír, bailar y hasta desfilar.
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Así estuvieron los abuelitos del CIAM (Centro Integral del Adulto Mayor) El Agustino el pasado fin de semana, quienes mostraron toda su coquetería en la pasarela ecoamigable, que se levantó en el frontis de la Casa de la Mujer, por el Día de la Primavera.
Más de cien abuelitos, con los ojos llorosos y la emoción a flor de piel, lucieron sus trajes hechos con material reciclado. Usaron desde chapitas, cartulinas, papel lustre, periódicos, rollos de papel higiénico, bolsas de basura y muchísima creatividad para crear vestidos, capas, ternos, sombrillas, ramo de rosas, polleras y divertidos disfraces.
Antes de que empiece el evento, sus miradas se distraían en la tribuna hasta encontrar los rostros de sus familiares, quienes, por supuesto, no dejaban de sostener pancartas y gritar frases de aliento.
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Las mamitas más desenfadadas se retocaban el maquillaje y cuidaban que ningún retazo de papel se despegue de sus prendas, que con tanto esfuerzo les costó confeccionar.
“Los abuelitos necesitan este tipo de actividades, no solo para desarrollar sus habilidades psicomotrices, sino también para distraerse y recordar que siguen siendo importantes en nuestras vidas. Ellos llegan a los talleres deprimidos, sin ganas de nada, y después de unas clases ya no se quieren ir o llegan una hora más temprano. Interactuar con sus pares es vital”, comenta Flor Flores, encargada de CIAM El Agustino.
Flores sostiene que además del factor emocional, este desfile ha reforzado los vínculos familiares en sus hogares, ya que fueron ellos mismos quienes pidieron elaborar los trajes en sus casas para que sus hijos y nietos sean parte del proceso.
AL BORDE DE LAS LÁGRIMAS
Y es que cada abuelito alberga una historia distinta, hay quienes no esperaron ni un segundo y en el último tramo de la alfombra roja corrieron a abrazar a sus nietos; y otros que, muy nerviosos, sostenían la mano de sus esposas al final de la pasarela. Lo cierto es que todos contenían sus lágrimas llenas de entusiasmo por representar a sus clubes.
Tal es el caso de doña Lidia de Camacho (68), que pertenece al Club CIAM Tercera Zona y es una de las alumnas más entusiastas de los talleres artísticos del centro.
Esta vecina agustiniana no pudo reprimir su llanto, pues aseguró que nunca antes la habían escogido para representar algo y el poder hacerlo la hacía sentir muy especial. Por si fuera poco, doña Lidia quiso entonar un par de canciones en medio del show como muestra de agradecimiento.
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