Este Búho observa cómo aumentan los robos en estos días por las fiestas de ‘Halloween’ y ‘Día de la Canción Criolla’. Por eso me pongo a reflexionar sobre el principal problema que agobia al país, a los ciudadanos de todos los sectores sociales: la inseguridad ciudadana. Lo dicen todas las encuestas. No hay que ser adivino y saber que para la población la inseguridad está, incluso, arriba de otro mal endémico: la corrupción. Nunca en la historia de nuestro país todos los peruanos de los distintos sectores sociales han coincidido. Tanto el propietario de una casa en La Molina como el de un asentamiento humano de Villa El Salvador piden lo mismo: ¡¡seguridad, combate frontal a la delincuencia!! Una urgencia que democratiza en algo a la sociedad: a todos golpea.
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En una sola noche el sicariato cobra tres víctimas en San Juan de Lurigancho en dos puntos diferentes. Cada día el sicariato deja ríos de sangre, sobre todo en el Callao, Villa El Salvador, Ventanilla, Puente Piedra, San Juan de Lurigancho, todos bajo la misma modalidad y no miden víctimas, pues asesinan mujeres, adolescentes. Cuando la Policía captura a una de estas lacras, algunas veces se dan con la sorpresa de que ya los habían detenido y la Fiscalía no solicitaba penas severas, sino ‘arrestos domiciliarios’ que nunca se cumplen, o el Poder Judicial los dejaba libres, ‘por falta de pruebas’. Es increíble lo que puede hacer la corrupción en las instituciones que nos tienen que dar la seguridad de que la gente más peligrosa de la sociedad debe estar encerrada y no por sucios dólares salir libres para seguir haciendo de las suyas. Ni qué decir si llegan a un penal. Estas ‘joyitas’ tienen todo el tiempo del mundo para planear extorsiones, atracos, secuestros y hasta asesinatos. Es increíble que los penales de Lima como Lurigancho, Castro Castro, Sarita Colonia del Callao, así como muchos de provincias, como ‘El Milagro’ de Trujillo o ‘Picsi’ en Chiclayo, se les denomine ‘Centro de Readaptación Social’.
En el penal de Carquín, en Huacho, ingresaban adolescentes venezolanas para ejercer la prostitución por cincuenta soles. ¿Cómo entraban estas menores? Definitivamente hay autoridades corruptas coludidas en este infame negocio. La situación es para llorar. Aquí, señores, hay una sola verdad: el Centro de Readaptación para Menores, ‘Maranguita’, viene a ser la ‘secundaria’ para los delincuentes. Lurigancho y Sarita Colonia son las ‘universidades del delito’. Allí se ‘doctoran’ y salen a la calle a robar y matar. Una de las comisiones que más recuerdo fue mi visita ‘clandestina’ al penal de Lurigancho, en 1990. Nunca vi tanta miseria humana. Una veintena de ‘desechables’ de la ‘Pampa’ perseguían con verduguillos a un gato para almorzárselo. El olor a pasta básica inundaba los pabellones. En esas prisiones, los ‘taitas’ dominaban la venta de droga, trago y comida. Hoy, los ‘capos’ manejan la mafia de los celulares. Dirigen las extorsiones, los asesinatos, los robos en el país. Antes las visitas eran el nexo entre los delincuentes y sus ‘baterías’ que estaban afuera. Ahora los ranqueados están con la tecnología. Ni quieren salir. Adentro ‘tienen todo’. TV, droga, trago y hasta mujeres.
En Estados Unidos, los sistemas de máxima seguridad sepultan a los delincuentes bajo el concepto de que no se van a redimir y deben salir para siempre de la sociedad porque la contaminan. O salen viejos, cuando ya no son un peligro, pero siguen monitoreados. Los presos en EE.UU. salen con libertad vigilada y tienen que reportarse con un custodio. Deben conseguir un trabajo o se lo consiguen. Aquí los ciudadanos mantenemos con nuestros impuestos a delincuentes que no hacen nada. Los que verdaderamente trabajan en artesanías y talleres son una minoría. En otros tiempos, a los peligrosos delincuentes del Perú se les llevaba a El Frontón, la isla al costado de la San Lorenzo. Imitamos a los gringos que tenían a la tristemente célebre Alcatraz, llamada ‘La Roca’, donde fue llevado Al Capone. Una isla de la que nadie podía fugarse. Hasta que tres convictos lo lograron. Ese episodio carcelario fue extraordinariamente retratado en el filme ‘Escape de Alcatraz’ (1979), con Clint Eastwood. Para esas lacras que hacen de las suyas en las cárceles dirigiendo sicariato y extorsiones se deben reabrir penales como El Sepa o El Frontón. Apago el televisor.