Por: Michael Livia
Oswaldo Calderón (50) lleva más de 20 años dedicados a la odontología. Casi el mismo tiempo desde que se convirtió en padre de su primer hijo. Hoy, sus dos retoños han crecido y, para su sorpresa, dos de ellos han decido seguir su mismo sueño: ser odontólogos. Ahora ellos y su hermana, quien también sigue la misma profesión, trabajan juntos en su consultorio en Lima Norte . Esta es su historia.
¿Cuán orgulloso puede sentirse al ver que su hija y su hermana lo admiran bastante?No te imaginas cuánto, ver que las personas que quiero valoran mi trabajo y están siguiendo mis pasos es algo maravilloso.
¿Cómo se sintió cuando se lo contaron?Cuando Alexandra me dijo que quería ser odontóloga salté de mi asiento, mi otro hijo también me había dado la misma sorpresa unos años antes. Me dijo que le gustaba la carrera de odontología, que había visto algunas currículas y que quería estudiarla. Yo los he apoyado todo el tiempo.
Y la felicidad se completó con su hermana…Sí, ellos me hacen sentir muy orgulloso.
Es sorprendente, prácticamente toda la familia es dentistaSí, somos un gran equipo. María nos apoya en el consultorio todos los días, acaba de terminar la carrera y también es muy buena en lo que hace.
¿Algo más podría pedir?En realidad no, pues mi hija menor también quiere estudiar la carrera (risas). Ella acaba el colegio este año.
¿A qué cree que se deba tanto amor por la odontología?Yo siempre he estado cerca de mis hijos y de mi hermanita, haciéndome cargo de ellos. Como prácticamente vivo en el consultorio, los chicos han crecido aquí, rodeados de todo este mundo de amalgamas y ortodoncias.
Ahora que su familia también sigue esta profesión, ¿tienen algún proyecto grande? De hecho que sí. Me gustaría hacer crecer este negocio, convertirlo en una cadena de consultorios y que cada uno de nosotros pueda atender en diferentes distritos. Así, quienes visiten nuestros consultorios encontrarán un Calderón en cada Clínica Dental Calderón.
¿La gente sabe que todos son familia?Sí, todos los pacientes que vienen a nuestro consultorio, en el cruce de la avenida Guillermo de la Fuente con Universitaria, en Comas, ya saben que nosotros somos familia y siempre me dicen ‘Doctor, qué bonito, debe sentirse orgulloso’ y yo siempre lo reafirmo.
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