Al menos nueve muertos dejó esta noche una estampida humana en el , cuando se jugaba el clásico del futbol salvadoreño, entre los equipos Alianza y FAS. El encuentro fue suspendido de inmediato y la Policía ayudó a los cientos de heridos, algunos de ellos graves. El hecho hizo recordar la tragedia del estadio Nacional de Lima, donde murieron 328 personas el 24 de mayo de 1964.

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Los hechos se registraron cuando las autoridades cerraron las puertas del sector general del recinto y la sobrepoblación en el sector llevó a una estampida y al desvanecimiento de varios aficionados.

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Minutos después, cuerpos de Bomberos confirmaron al menos tres fallecidos, mientras que personal de Cruz Verde confirma entre seis y nueve.

TENSIÓN Y DOLOR

El presidente de la Primera División del fútbol de El Salvador, Pedro Hernández, aseguró que cuerpos de socorro le trasladaron la información que eran nueve fallecidos hasta el momento.

Autoridades del recinto tuvieron que abrir los portones de emergencia luego de que aficionados empezaran a desmayarse en la localidad popular.

Policías han tomado control del lugar donde se observa algunos cuerpos tirados en el piso, al parecer fallecidos; mientras, otras personas con síntomas de asfixia están siendo atendidas en la grama de la cancha, por cuerpos de socorro.

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El partido ya había iniciado, pero decenas de personas aún exigían ingresar y se aglomeraban a la entrada, provocando que el portón cediera.

ESTADIO NACIONAL

El l 24 de mayo de 1964, en el Estadio Nacional de Lima, 328 personas murieron y más de 500 quedaron heridas tas una estampida cuando las selecciones juveniles de Perú y Argentina jugaban por la clasificación a los Juegos Olímpicos de Tokio. El combinado argentino estaba integrado por destacados futbolistas como el arquero Agustín Cejas y el defensor Roberto Perfumo. Llegaba al encuentro ante el equipo local con cuatro triunfos consecutivos, por lo que de alcanzar una nueva victoria se aseguraría el pasaje a Tokio.

Perú sumaba dos triunfos y un empate, por lo que necesitaba con urgencia una victoria. Más de 45.000 personas poblaban las tribunas. El equipo peruano tomó el control del juego desde el inicio pero no pudo marcar. El primer tiempo del partido presentó escasas oportunidades de gol. En la segunda parte, los argentinos se adelantaron en el campo.

A los 18 minutos, un saque de esquina argentino fue mal rechazado por el portero peruano Barrantes y el argentino Néstor Manfredi remató para anotar el primer gol del partido. Perú tomó las riendas del encuentro para buscar la igualdad. A los 35 minutos, el defensa argentino Horacio Morales intentó despejar, pero la pelota rebotó en el pie del peruano Víctor “Kiko” Lobatón y viajó al fondo de la red. Sin embargo, el árbitro uruguayo Ángel Eduardo Pazos anuló la jugada por falta del delantero local. Siguieron entonces airadas protestas de los peruanos y de los hinchas, aunque el juego continuó. Pero a los 40 minutos comenzaron los incidentes que terminarían en tragedia.

Un hincha apodado el “Negro Bomba” saltó al césped para agredir al árbitro. La policía lo detuvo, pero luego otro aficionado dentro del campo de juego quiso agredir al árbitro con el cuello de una botella. Entonces el juez decidió dar por terminado el partido por falta de garantías. Los hinchas comenzaron a arrojar botellas, piedras, butacas y otros elementos al campo de juego, mientras prendían fuego las instalaciones de madera de las tribunas. Como muchos fanáticos querían ingresar al campo, la policía soltó a sus perros y lanzó gases lacrimógenos hacia las gradas, lo que provocó un desbande general. Miles de hinchas se dirigieron entonces hacia las salidas del estadio, pero muchas de ellas estaban cerradas, especialmente aquellas del sector norte. En medio del desastre, muchas mujeres y niños cayeron al suelo y los fanáticos pasaron por encima de ellos, provocando heridas o la muerte.

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