Joaquin Phoenix sorprende a espectadores que fueron a ver “Joker” al aparecer en las salas de cine al final de la película. (Foto: YouTube)
Joaquin Phoenix sorprende a espectadores que fueron a ver “Joker” al aparecer en las salas de cine al final de la película. (Foto: YouTube)

Por: Enrique Silva Orrego (Crítico de cine) 

La gran cantidad de comentarios favorables y alabanzas en torno a ‘Guasón’ (Joker), la película protagonizada por Joaquin Phoenix, me hacen pensar en las razones por las que no me convence.

Me distancia de ella, por ejemplo, el hecho de que haya copiado momentos importantes del excelente drama ‘Taxi Driver’ (1976), de Martin Scorsese, o que se apropie de ideas argumentales de otros filmes, como ‘Poder que mata’ (1976), de Sidney Lumet, y ‘El rey de la comedia’ (1982), también de Scorsese.

Visto así, el relato carece de originalidad y se ampara en la esforzada, impostada caracterización de Phoenix, que en buena cuenta es quien sostiene el andamiaje del show. El realizador Todd Phillips, cineasta vinculado a la comedia, da un giro de 360 grados al contar el viacrucis de un enfermo mental maltratado por una sociedad en crisis. Drama que le brinda a Joaquin la oportunidad de ejecutar un unipersonal extravagante y sufriente a la vez, convertido en una desbordada performance que a casi todos les resulta admirable. A mí no, porque le conozco actuaciones más convincentes.

El Guasón es uno de los grandes villanos de DC Comics. Y precisamente su grandeza radica en la mezcla de maldad y gracia que el payaso triste y vejado de Phoenix no posee. La interpretación de Jack Nicholson para Tim Burton resultó vibrante y muy divertida. La del desaparecido Heath Ledger, la mejor tal vez, una perfecta combinación de humor y enajenación. La de Phoenix se regocija en un patetismo que empalaga. 

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